-Extra: Sinan y Malia-

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Sinan y Malia.

Nunca se supo como la amistad de aquellos dos chicos había comenzado, de un día para otro iban juntos a muchos lados e incluso se rumoreó que estaban en una relación, claro que esos rumores fueron callados por Malia al aclarar que sólo pasaban tiempo juntos.

Ninguno de los dos mentiría, llegaban a irritarse demasiado el uno con el otro, tenían varias peleas y comentarios groseros. Aún así eran amigos y disfrutaban de su compañía.

Malia se quedaba en casa de Sinan algunas noches, tomaban cerveza y bailaban hasta altas horas de la noche. En ese tiempo solo había una cosa que los unía -además del alcohol- y era el abandono y desprecio que ambos recibían por parte de sus padres.

Poco a poco mientras más tiempo pasaban juntos más conocían el uno del otro, Sinan le recomendaba libros a Malia, y ella canciones o películas al chico. Llegaron a compartir gustos y aficiones, no lo parecía, pero eran bastante unidos.

—Entonces... —musitó Malia quitándole la cerveza a su amigo.

—Se dará cuenta.

—¿Y eso qué? Se lo merece, es un idiota que te abandonó. Vamos, será divertido.

El chico miro a su amiga, uno pensaría que Sinan corrompería a Malia, pero no era así, la chica ya tenía rebeldía en sus venas.

—De acuerdo, hay que pasar a comprar las cosas antes.

Malia sonrió entusiasta, jaló a su amigo del brazo y pidieron un taxi que los acercara al lugar a dónde iban, antes de llegar a su destino bajaron para comprar varias cajas de huevos. Caminaron un par de cuadras y ahí estaba, la perfecta casa del padre de Sinan.

—¿Listo?

El chico no respondió con palabras, en su lugar comenzó a aventar los huevos a la casa de aquel hombre; Malia repitió su acción. Las cinco cajas se acabaron más rápido de lo que esperaban, pero sí que se habían divertido.

—¡Vámonos! —gritó Malia al ver algunas camionetas de la policía acercarse.

Los amigos corrieron y corrieron hasta que por fin pudieron estar lo suficientemente lejos de aquel lugar. Volvieron a la casa del chico y con una gran sonrisa en el rostro al haber logrado su pequeña travesura cantaron las canciones que sonaban en la radio mientras tomaban dos o tres o diez cervezas cada uno.

Ese día fue el inicio de todo, el inicio de aquella rebeldía, pero no estarían solos siempre, en poco tiempo varios chicos más se unirían a ellos.

Rebeldía/ Love 101.Where stories live. Discover now