𝗣𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 | 𝙁𝙡𝙪𝙛𝙛𝘁𝗼𝗯𝗲𝗿 2021 [𝐊𝐚𝐠𝐞𝐇𝐢𝐧𝐚]

𝙳𝚒́𝚊 6. 𝙲𝚊𝚛𝚝𝚊𝚜 𝚘 𝚗𝚘𝚝𝚊𝚜 𝚍𝚎 𝚊𝚖𝚘𝚛

Te estoy mirando, te estoy buscando, entre excusas y papeles,
te lo estoy mostrando.

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En su segundo año de preparatoria les tocó compartir salón. Casualmente, Hinata se sentaba un asiento detrás de Kageyama, así que no perdía la oportunidad para molestarlo, lanzarle borradores, bolitas de papel, avioncitos de papel y tocarlo con la punta de sus pies de vez en cuando. Pero tuvo que parar cuando Kageyama perdió la paciencia y le apretó la cabeza en frente de toda la clase. Aquello les costó un castigo en el pasillo a ambos, por lo que hicieron un pacto de paz y dejaron esos tratos de lado. Aunque claro que de igual forma no podría seguir con esas travesuras porque el profesor los había cambiado de lugar sin darles oportunidad para la revancha.

Fue así como iniciaron otro método de interacción, uno fugitivo y arriesgado, que era respaldado por un par de compañeros. Tres asientos atrás. Ahora Hinata tenía tres personas adelante antes de poder llegar a Kageyama con sus mensajes. Mensajes bobos como "practiquemos en el descanso, Bakayama", que fácilmente podría haberle dicho en persona al finalizar la clase. Pero por alguna razón no tenía el mismo efecto que con las notas, donde podía agregar dibujos mal hechos de Kageyama ogro con corona y hacerlo rabiar en plena clase. La respuesta resultaba ser otro dibujo igual de feo donde Kageyama lo dibujaba a él extremadamente enano y con una flecha que remarcaba un "idiotaaa" en letras mayúsculas. ¿En serio había desperdiciado el arriesgado viaje de la nota en eso?

Continuaron con ese tipo de interacción y burlas hasta que se volvió de lo más natural. Se habían acostumbrado tanto que era como si fueran otra persona cuando hablaban por notas. Y es que ya no eran sólo insultos, sino bromas, anécdotas, juegos. Sí, juegos. A veces hacían el estúpido juego de la "O" y la "X" y Hinata tenía cierto fetiche con borrar y modificar las jugadas de Kageyama para salir victorioso en las partidas. Era un nuevo medio para conversar y jugar. De más estaba decir que su concentración nunca estaba enfocada en la clase cuando se comunicaban así.

De cierta forma era otro Kageyama. Llegaba a contarle cosas que en persona ni por asomo llegaría a decir. Se estaba sintiendo más cercano a él, a ese nuevo él. Todavía le gustaba pasar el rato con el Kageyama de carne, ya que ese podía hacerle pases y compartirle de su almuerzo cuando no estaba tan de malas. Sin embargo, cada vez se volvía más la ansiedad de llegar a clase y escribirle al Kageyama de las notas, su compañero de mensajes secretos.

Hasta que cierto día... lo vio.

Un poco antes de entrar a clase, bastante temprano. El cabello castaño y largo, ondulado y brillante como el caramelo, que acababa su caída justo en la zona de la falda del uniforme. No le vio la cara por eso, porque estaba de espaldas y a una distancia considerable, pero lo que sí vio fue a Kageyama de carne junto a ella, y la carta rosada que ella le entregó.