𝙳𝚒́𝚊 16. 𝙲𝚘𝚖𝚙𝚊𝚛𝚝𝚎𝚗 𝚌𝚊𝚖𝚊

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Tu esencia, tu temperatura, ya siento que formas parte de mí.

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Vio en fracciones de segundo al líquido blanquecino escurrirse en el aire y danzar en cámara lenta hasta aterrizar en el objetivo; el futón de invitados. Y es que Hinata era un imbécil poco confiable que no podía dar dos pasos en su habitación sin organizar un desastre, desorganizándolo todo. Porque todo era almohadazos y risas hasta que Hinata se cayó de la cama y al tratar de sujetarse de algo terminó arrastrando consigo a la bandeja que tenía las tazas de leche y chocolate respectivamente. El muy imbécil volcó ambos contenidos en lo que tendría que haber sido su cama esa noche.

Fue por eso que llegaron a esa situación.

—Oye, Kageyama, dame un poco de espacio —reclamó el criminal naranja, un buen apodo para ese enano-arruina-futones, apretado contra su espalda y no perdiendo oportunidad para removerse bajo las sábanas como un renacuajo inquieto e insoportable.

—No molestes. —Prefirió ignorarlo. Le daba la espalda y agradecía que las luces estuvieran apagadas para crear ese ambiente de susurros que bajaba los decibeles.

—Se supone que soy el invitado, debes darme prioridad a mí y yo te pedí el lado de la pareeeed. —Aunque Hinata era inmune a los ambientes silenciosos y no bajaba para nada sus estúpidos decibeles.

Luego de un rato sí se calmó. Bueno, luego de un buen rato y varias interrupciones de sueños con "Kageyama-kun, ¿ya te dormiste? ¿no quieres la revancha de la pelea de almohadas?" porque ese tipo no entendía que eran las jodidas dos y tanto de la mañana y debían despertar en pocas horas para ir a la escuela, ya que por alguna razón sin sentido se habían juntado a estudiar en su casa en lugar de ir con Yachi, y sólo terminaron tonteando y haciendo una pelea de almohadas que provocó la desgracia del futón manchado, profanado. Bonitos recuerdos que se guardaría de la ocasión en la que un compañero de club se quedó en su casa. No era muy común invitar a gente a pasar la noche allí y mucho menos compartirle su cama, pero todo era culpa de la temporada de exámenes.

La odiaba, le daba mucha pereza y le agotaba el cerebro. Sólo quería jugar vóley y olvidarse de lo demás, así que terminó soñando con ello. Un balón redondo, el peso perfecto y la posición correcta. Desde abajo, debajo de los dedos y las manos alzadas. Un movimiento preciso y certero para recuperar la noción de los gritos y el sonido del vuelo que llega, ya llegó, lo atrapó en el aire y luego un pitido de silbato para abrazar la victoria con todo el cuerpo, para gritar y expresarse con sonrisas erráticas pero reales, porque sólo le importa aferrarse a esa sensación de plenitud y ni siquiera se extraña al dejar de sentir adrenalina. También se sigue aferrando, se sigue abrazando a algo que no ve, que sólo siente y sabe que es la victoria.

Aunque no recordaba que la victoria se sintiera tan suave y pequeña.

A la mañana siguiente, despertó muy despacio. Los párpados pesaban y titilaban ante el exceso de luz. Unos rizos pelirrojos le hacían cosquillas en la nariz y de repente fue consciente de lo que había significado abrazar a la victoria. Luego escuchó como si tragaran saliva. Hinata estaba despierto. El sueño se había esfumado y ahora sus pupilas se habían dilatado, sus movimientos no fueron rápidos ni certeros, sólo se separó hasta terminar el abrazo y quedar sentado contra la pared. Fue demasiado silencioso para ser creíble y por supuesto que no pudo mirar a Hinata a la cara cuando éste se dio la vuelta y lo enfrentó.

—Vaya, parece que eres de los que abrazan mientras duermen, eh —afirmó enérgico y sonriente desde tan temprano. No se escuchaba como un regaño, pero tampoco como una broma y eso sólo lo confundía más, porque qué carajos acababa de pasar y por qué Hinata se lo tomaba con tanta naturalidad—. Pero no te culpo, soy irresistible, ¿no? —Imbécil. Se puso la mano en el centro del pecho como si se estuviera señalando con sentimentalismo o alguna mierda así—. Descuida, puedes abrazarme de nuevo si quie-

Almohadazo en la cara.

Le ardían las orejas, pero no lo admitiría nunca, no, ni soñando, eso había sido un error. De ninguna forma podría aceptar que abrazar a Hinata era abrazar a la victoria.

 De ninguna forma podría aceptar que abrazar a Hinata era abrazar a la victoria

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Ahí va otro, prras (gente hermosa). El siguiente lo amé mucho mucho, quédense a leerlo y qlo la que no deje comentario, digo, las amo, personas bellas.

𝗣𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 | 𝙁𝙡𝙪𝙛𝙛𝘁𝗼𝗯𝗲𝗿 2021 [𝐊𝐚𝐠𝐞𝐇𝐢𝐧𝐚]Where stories live. Discover now