EXTRA I: MÍA.

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(Narrador: Omnisciente)

A Clara Blossom no le gustaba el hecho de que su hija se juntara mucho con el único hijo de Alex Morgan y nieto favorito de Regina Morgan, tenía un cierto presentimiento de que eso no iba a terminar bien, y menos cuando el niño, de tan solo cinco años, veía a su hija como si le perteneciera.

Y aunque Micaela estaba mejor con los Morgan que con ella, sentía la necesidad de decirle lo que pensara al respecto de su amistad con Christopher Morgan.

—No me gusta que te juntes con ese niño. —Le dijo Clara a su hija, que aunque se viera ridículo, la niña de solo cinco años tenía una mentalidad de veinte.

Clara sabía que Micaela no era hija de su difunto esposo, solo bastaba ver el comportamiento. Elegancia por todos lados, como hacia ver que todos eran inferiores a ella, y esa manera tan tranquila y obsesiva de ser le recordaba cada día quien era su verdadero padre.

Si alguien se enterara que Micaela era "hija" de Braulio Mascherano, sabrían de inmediato que la chiquilla era toda una "digna" de la Mafia Italiana.

—Ahola no me-me impota tanto lo que digas, madle. —Respondió, tranquila y distante, la pequeña.

Si, Micaela como probablemente, muchos niños a su edad, todavía le costaba pronunciar algunas palabras. Y aunque todos se burlaban de eso, a Micaela como que no le importaba, pensaba que los que se burlaban de ella eran solo personas con falta de amor.

Lo que era ella, por cierto.

Clara seguía manejando hacia el jardín de niños, mientras que por un segundo puso su mirada en su hija, mirándola desde el retrovisor.

Siempre quiso saber cómo había surgido la dichosa amistad entre Christopher Morgan, quien era tan arrogante, frío, insoportable, y Micaela, tan tierna, tranquila, orgullosa, egocéntrica y amable. Era toda una incógnita.

El auto se detuvo, y Clara no podía dejar de mirar las hermosas facciones de su hija, delicadas y perfectas, como si hubiera nacido para ser malditamente bella. Su cabello rojo se intensificaba gracias al sol que la iluminaba, sus ojos azules como el mar y sus mejillas rojas.

«Toda una diosa», le había comentado Reece Morgan a Clara Blossom.

La pequeña abrió la puerta, y con ayuda de su madre, que corrió a ayudarla a bajar, se adentró al jardín de niños que era sólo exclusivos para familias adineradas en todo Londres.

Justo en ese segundo, Alex Morgan se hizo presente dejando a su hijo, que se bajaba del auto con esa cara de matar a todo el mundo de un puñetazo, aunque sus manos se parecieran al de una pequeña masa.

«Gordito» le decía Micaela a Christopher, y este, aunque sorprendiera a muchos, le gustaba como sonaba aquel apodo en la delicada y aguda voz de Micaela.

Los dos, entraban al jardín, sin siquiera saber que estarían en el mismo lugar. Micaela ya estaba acostumbrada a hacer dibujos, escribir vocales, hasta se sabía todo el abecedario al revés y al derecho. Y no era por ser inteligente, sino porque su madre casi nunca estaba en casa, y su única manera de olvidar que su madre no estaba con ella, era estudiar, ya que Regina Morgan le había dicho que no había nada más fantástico en una mujer que la inteligencia.

La maestra, que pronto se convertiría en un fastidio para Christopher Morgan, se emocionó al ver una niña tan hermosa en su clase, se agachó rápidamente hasta Micaela, quien la examinaba buscando algún tipo de amenaza que le dijera que era peligrosa o que no podía confiar en ella.

Ya había pasado por eso antes, y no quería que sucediera nuevamente.

—Que hermosa eres. —Le dijo, la maestra a Micaela mientras que Christopher, detrás de ella, se emocionó al saber que estarían en el mismo salón que la niña tan hermosa de la cual confiaba tanto.

Destrucción (Los Morgan) [+18]Where stories live. Discover now