Capítulo 36: Terapia.

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Coloca rápidamente sus manos en las compuertas del elevador impidiendo que se cierren. No quiero dejar ir todo, quiere aferrarse a algo que, inexplicablemente me genera dolor. Las lágrimas caen con más frecuencia, Christopher se acerca a mí acorralándome contra la pared del elevador, sus brazos apañando mi cuerpo y su rostro acurrucado en mi cuello mientras huele mi perfume me deja perpleja.

No sé qué hacer, y el que reciba su abrazo me hace sentir más estúpida de lo que estoy. Tal vez si hablamos bien lo sucedido puedo perdonarlo, sí, pero eso no significa que volveré a estar con él.

Me separo de Christopher empujándolo levemente hacia atrás. Le tomo el rostro con delicadeza, y se con certeza que mis ojos muestran lo mucho que lo amo, porque siempre lo he hecho y es algo que nunca podrá cambiar.

—Solo acepta, Micaela. —Pide pegando su frente con la mía.

Suelto un quejido.

—Tengo que sanar primero, Christopher.

—Sana a mi lado.

Bajo mis manos hasta colocarlas en sus hombros.

—Todos merecemos a alguien que esté bien emocionalmente, no alguien roto.

—Pero yo te necesito a mi lado.

Cierro mis ojos con firmeza tratando de no abrirlos.

—Déjame sanar, Christopher, así podremos estar juntos.

—Me gustas tal y como eres. No tienes que cambiar.

Chasqueo la lengua.

—Es que no se trata de cambiar, se trata de sanar, y yo estoy completamente rota y no sabes lo mucho que me duele. Por favor —Le ruego abriendo mis ojos llenos de gruesas lagrimas— Te amo, no sabes cuánto lo hago, y por eso necesito sanar, por mí, por ti y por Regina, ella no estaría contenta de verme como estoy.

Asiente alejándose de mí. Noto su dolor, el que lo siga rechazando le arde como sal a la herida. Siempre fue muy orgulloso y egocéntrico, lo que me sorprendía de él, pese a que era muy narcisista, siempre pensó en mí. Donde estaba, con quien estaba, como estaba, hasta que de un momento a otro se alejó de mí y tuve que irme a Nueva York tratando de olvidarlo. Cosa que no logré, porque volví ¿Por qué volví?

Si, tenía un plan hace años de estar con los cuatro Morgan, pero jamás había pensado llevarlo a cabo. Era solo un capricho, y siempre lo había sido. Hasta que por lo que veo, es más que eso. Es más fuerte y profundo.

Porque siempre ha sido así. Cuando se trata de los Morgan, todo es más complicado. Todo es más profundo y abrumador.

—Me voy, pero olvídate de mí. —Sus palabras son como estacas que rasgan mi corazón, se da la vuelta y no tengo más que tomarlo de las manos volteándolo hacia mí.

—No hagas esto, no tienes por qué hacerlo. Solo te pido que me des tiempo, no que te olvides de mí.

Sus ojos grises tormenta se postran sobre mí.

—¿Qué mierda quieres de mí?

—Solo quiero que me des tiempo, que seamos amigos mientras yo voy a terapia. Solo eso, Christopher.

La carcajada que inunda el elevador me eriza la piel.

—¿Amigos? No fuimos amigos antes y no lo vamos a hacer ahora.

—Pero...

—No, Micaela, no quiero ser tu amigo, porque no lo soy y jamás lo seré.

Me yergo hacia atrás aceptando su respuesta. No puedo suplicar más. Si no quiere, pues así será. Estoy harta de luchar por alguien que no hace ni el mínimo esfuerzo por ayudarme.

Destrucción (Los Morgan) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora