Capítulo 25: Daddy Reece.

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Reece Morgan

Mis pasos son precisos y medio inseguros, no puedo dejar de pensar en Micaela y en lo mal que la debe estar pasando. Me imagino que ya se enteró que mi hermano se volvió a acostar con Sara y que Christopher está en sus encuentros con otras mujeres. Aunque trato de bromear con Thomas a mi lado, mi mente solo piensa en la maravillosa pelirroja que se adueñó por completo de mi jodido corazón.

¿Cómo llego a hacerme esto? ¿Cómo he podido amarla tanto sin poder pensar en lo jodido que estaría si ella me llegara a faltar? Me tiene enamorado hasta las trancas, mi piel tiene su nombre marcado para que nunca la pueda olvidar.

Aunque al principio quise apoyarla con su amorío con Christopher, los celos de verla con mi sobrino no me dejaba en paz, el solo verla a su lado llenaban mis venas de veneno, veneno que cada segundo me mataba.

Soporte años acostándome en mi cama imaginando como seria simplemente besarla y demostrarle en un solo beso lo mucho que me tenía enamorado. No pude besarla como quería hasta el año pasado que me digne ir más allá que un toque de besos, y todo se jodió. El sentirla completamente mía esa noche, bajo la luz de la luna, cuando sus ojos azules se iluminaban dilatándose de tanto deseo y sus labios rojos se hinchaban de los besos tan apasionados que nos dábamos, fue inevitable seguir besándola con todas las ganas del mundo.

¿Cómo alguien puede ser tuyo y a la vez no serlo? Porque así me sentía con Micaela, por momentos sentía que solo éramos ella y yo, pero otros, era como si no existiera y solo fuera el simple, guapo y egocéntrico Tío Reece, o como siempre me dijo; Daddy Reece.

Quería más, siempre quise más. Y joder, cuando la hice mía por primera vez. El sentir como me adentraba en ella fue como tocar el maldito cielo sin dejar la tierra. Sus besos en mi abdomen, mis manos sobre su trasero, su corazón latiendo con tanta intensidad como si estuviera a punto de colapsar, sus quejidos sonoros en mi oído, su cuerpo saltando sobre mí y esa mirada como si yo, justo en ese momento, fuera todo para ella.

Me hizo sentir en hombre más afortunado en toda la maldita tierra.

Suelto un suspiro sin poder evitarlo y una gran sonrisa pícara se dibuja en mi rostro.

—De los cuatro, tu eres el que más está enamorado de Micaela, ¿no es así, hermano? —Habla, Thomas, a mi lado.

Doblamos a la esquina caminando hacia el patio donde vamos a desayunar. Son más de las ocho de la mañana y gracias a que Death nos avisó que Micaela estuvo en el Mortal Cage no he podido dormir en toda la noche y el resto del día hasta ahora, y mientras no sepa que está bien, no podré dormir nunca más.

—Ella estará bien, sabes como es.

Thomas intenta tranquilizarme pero el miedo de que algo le suceda estando tan débil no me deja tranquilo, necesito verla o simplemente escuchar su voz.

—Necesito saber si está bien.

Mi teléfono suena y no tardo en sacarlo de mi bolsillo, y suelto un suspiro de tranquilidad al ver que es una notificación de Micaela. Lo abro y lo leo:

«Daddy, estoy bien, con unas costillas rotas, pero bien. No te preocupes por mí, estoy con alguien que me cuida, está siendo más atento que tú. Y es un león en asecho, pero tampoco te preocupes por eso, tu eres el que tiene el pedazo más grande de mi corazón, nunca lo olvides. Volveré en unos días a Londres. Te adoro»

Sonrío al poder saber que está bien, noto que hay un mensaje privado luego del que envió, lo abro y antes que empiece a leerlo, me da una advertencia: «Serás el primero en saberlo, no le digas nada a los demás, por favor». Sigo su orden.

Destrucción (Los Morgan) [+18]Where stories live. Discover now