Capítulo 38: Mascherano.

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Micaela Blossom

Me siento totalmente confundida. Lo que siento por Christopher es muy real, pero las ganas de estar con él me superan en maneras inimaginables, Adriana me recomendó que no estuviera con nadie mientras, al menos, fuera a cinco sesiones con ella. Me dijo que quería hablar un par de cosas más.

Me termino de comer todo. Christopher se recuesta en el sillón y yo me quedo estática viendo como sus ojos grises están puestos en mí. No ha dejado de mirarme así desde que entre a la oficina. Me siento mejor, sí, pero tengo miedo de estar feliz ahorita y que después me vuelva a sentir como la mierda. No entiendo como he cambiado en todo este tiempo que he vuelto a Londres.

Los traumas han vuelto volviéndome una mierda, y tengo miedo de que no se vayan nunca. De no superar todo lo que me ha pasado en la vida. Quiero sanar, ser libre y volver a ser feliz. Si nadie me da eso y solo yo, pues me quedo sola, después de todo no está tan mal. En Nueva York estuve sola, nunca tuve una relación estando allí, y con Alex y Thomas solo cogíamos de vez en cuando.

Nada serio. Como siempre.

Agarro las bolsas y meto la comida que nos comimos amarrando la bolsa para levantarme del sillón y botar la basura en su respectivo lugar que yace en la esquina de la oficina de Christopher. Ojeo bien el lugar y está muy seco, todo está ordenado y lo que me deja mucho mal de lo que estoy es una fotografía que tiene Christopher sobre el escritorio.

La agarro detallándola bien; son Zeus, él y yo, juntos en la Feria de Cadín hace siete años. La dejo en su lugar y aprovecho para regresa al coronel quien tiene sus ojos cerrados. Inconscientemente extiendo mi mano acariciándole el rostro, se ve tan cansado como si estuviera luchando contra algo. El recuerdo de hace veinte años cuando lloró toda una noche porque su madre se fue y lo abandonó.

Si tan solo Sara supiera todo el daño que le causó dejándolo con su padre. Lloró recostado en mi regazo, sus ojitos hinchados y rojos, el sollozo que se le salía cada vez que intentaba no llorar. Como me dijo que no necesitaba nada más, solo a su madre. Y por primera vez, sin evitarlo, me convertí en una mentirosa cuando le dije que ella iba a volver porque lo amaba.

Christopher hubiera sido igual de hijo de puta, pero tal vez el amor de una madre a su lado hubiera cambiado algo.

El coronel me asusta cuando me toma de las manos alejándolas de su rostro, abre los ojos encontrándose con los míos. Sabe lo que causa en mí y me usa a su antojo. No sé qué hacer, no sé si dejar todo de lado por él y para estar con él, o seguir con los planes que tenía cuando llegué a Londres.

O seguir yendo a terapia olvidándome un poco de los cuatros.

Es injusto como tengo preferencia hacia Christopher. Siempre vuelvo a él, pero a los demás los dejo de lado. A Thomas y Reece les pedí tiempo, Alex lo aceptó, Christopher no, pero aquí estoy. A su lado como siempre, aunque me haya humillado, aunque se haya olvidado de mi por cinco años. Porque los unicos recuerdos que tengo de él es todo lo bueno que hemos hecho.

Sus besos, sus caricias, nuestras aventuras, como nos convertimos la mala influencia del uno al otro. Las peleas, nuestra primera vez, el primer beso, el primer nena, el primer te amo que salió de mis labios. Es lo único que tengo en mi mente cada vez que lo miro y estoy a su lado.

¿Por qué soy así? Tal vez si no fuera así todo sería más fácil. Estoy quedando como una estúpida, todo lo que esculpí en mi personalidad para ser una perra sin sentimientos se está desplomando de un día para otro.

Y el que Ilenko esté haciendo cosas a mi espalda me recuerda que soy esa Micaela a la que todos humillan, tienen como segunda opción, usan a su antojo pero aun así está ahí, comportándose como un objeto sin valor.

Destrucción (Los Morgan) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora