Capítulo 3

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Despertó bajo la lluvia. Tenía frío, pero no lo demostraba, jamás demostraba debilidad. Estaba confundido y aturdido. Sirenas, gritos, murmullos. Todo era un caos, y era insoportable. El cielo estaba oscuro a pesar de que era el mediodía y la arena de la playa en la que se encontraba estaba mojada por la marea extrañamente alta.

Podía ver muchos rostros de personas asustadas a su alrededor, personas que no conocía. Todas lo señalaban, lo acusaban de algo. Él solo negaba, nada de eso era su culpa, al menos de eso estaba convencido. Nunca podría haber generado caos, era un buen niño.

El agua de la lluvia inundaba el lugar, subía cada vez más, y cubría gran parte de su cuerpo y comenzaba a cubrir a los demás. La gente no parecía notarlo, solo se enfocaba en él. De repente, comenzó a sentir una cantidad incontable de manos envolviéndolo, tirándolo hacia abajo. Finalmente el agua lo alcanzó por completo. Todo su cuerpo estaba sumergido, y las manos se esforzaban por llevarlo al fondo. Pronto lo único que vio fue azul. Todos los rostros desaparecieron, y uno nuevo llegó frente a sus ojos.

La niña de ojos grisáceos y redondos, piel pálida y cabello anaranjado le tendió la mano, lo ayudó a liberarse. Él nadó hasta la superficie, intentando disimular su desesperación, y llegó, pero ella no.

Estaba consciente de que era un sueño, y ese se sentía igual que todas las demás visiones. Podía ver el futuro, o referencias de él, mientras dormía. Ese don no era valorado por muchos, por eso terminó en el psiquiatra cuando se lo dijo a su no tan amada madre. Él sabía que era muy especial y que lo que veía podía ser muy útil, pero no le querían hacer caso. Solía llamar imbéciles a sus doctores, ya que solo le daban la razón para que se callara, como si fuera un loco. Pero no le importaba, seguía viendo cosas y se esforzaba por no perder esa cualidad, sabía que alguien le creería algún día.

Intentó despertar, pero no lo estaba logrando. Sin embargo, el sueño ya había acabado. Estaba solo en el agua, a salvo, pero no podía volver a la realidad. No había nada más que ver, y seguía ahí. Pensó en lo ridículo de la situación, aquello era una estupidez para él. Pero finalmente comenzó a sentir calor en su piel, le llegó a una brisa agradable y comenzó a desaparecer el agua en la que estaba flotando para convertirse en algo acolchonado.

—Está despertando —dijo una mujer, con voz

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—Está despertando —dijo una mujer, con voz... la verdad tenía una perfecta voz de científica.

—¡Increíble! —susurró maravillado un hombre, o eso era según lo que él había escuchado—. Si hubiese sido un sueño normal, al ver que no podía despertar, el cerebro hubiera seguido soñando, ¿verdad?

—Es un vidente.

Finalmente despertó. Estaba acostado en una... cápsula criogénica, pero no estaba siendo criogenizado, no estaba muerto. Su corazón, de hecho, latía con rapidez y su respiración era agitada, como siempre que despertaba luego de una visión.

—Bienvenido a 5Vision, 454 —declaró la mujer, de cabello castaño, ojos marrones, piel pálida, y, haciéndola notar, reluciente sonrisa—. Soy Monique, la mujer que estudiará tus visiones. El hombre a mi lado es mi asistente, Hanleigh —explicó señalando con su mano metálica a un robot que lucía como un hombre de baja estatura, cabello corto castaño y ojos color cielo.

Sonrió. Por fin su momento había llegado. No le importaba lo extraño de la situación, no le interesaba en lo absoluto saber cómo había llegado a ese lugar, ni siquiera sabía en dónde estaba o qué tan lejos se encontraba de su familia. Era fiel creyente de que las personas exitosas no desperdician ninguna oportunidad, y la suya había llegado.

Se puso de pie, extendió su mano para tomar la de Monique y besarla con delicadeza, algo que no se usaba hacía siglos, pero digno de él. Jamás dejaría de mostrar elegancia y madurez. Muchos decían que era un anticuado anciano del siglo XXI, pero los que le importaban sabían valorar su exquisitez.

—5Vision no se arrepentirá conmigo —manifestó con seguridad en cada una de sus palabras, con una mirada que transmitía poder.

Él era uno de los pocos que estaban de acuerdo con 5Vision, y por eso se consideraba superior. No todos entendían el objetivo real de esa alianza, a pesar de que desde el principio habían sido claros.

La Alianza quería lo mejor para todos. Una humanidad sin límites, donde pudieran avanzar sin ataduras. Para lograrlo, debían dominar el mundo entero los cuatro países más fuertes, y el resto del mundo abstenerse, algo sencillo. Con las tecnologías de Japón, Rusia, China y Estados Unidos, podían lograr lo que fuera, y él estaba a favor de eso.

Como ni Monique ni Hanleigh hablaban, decidió dedicarse a analizar la habitación. Era azul casi por completo, con paredes y pisos de lo que parecía ser acero, luces anaranjadas y azules. Había tres cámaras criogénicas más, con un niño en cada una y tres pantallas enormes frente a ellas. Una de las paredes estaba llena de estantes con frascos cargados de un líquido rojo. Y eso era todo.

—¿No soy el único? —interrogó un tanto ofendido.

—Eres el único que ha tenido una visión —afirmó Monique, mirando de reojo a Hanleigh.

—¿Y qué es eso? —cuestionó señalando los frascos.

—Lo llamamos Suero de Luz —explicó Hanleigh acercándose con una jeringa—. Vemos lo que sucede en tu mente mientras duermes gracias a ella.

454 sonrió algo confundido, no entendía cómo funcionaba, pero estaba bien para él. Era quien los ayudaría a cumplir con sus objetivos, no entendía cómo usarían sus visiones, pero solo le importaba que lo recordaran por su gran contribución.

—¿No necesitamos firmar un contrato? —cuestionó, con un tono que se mezclaba entre la confusión y la curiosidad—. Me gustan las formalidades.

—No hace falta, 454 —respondió Monique con una dulce sonrisa—. Ya estás marcado.

—¿Qué? —indagó él, sin comprender.

—En el lado derecho de tu cuello, tienes una cicatriz hecha con fuego —manifestó ella, y tomó un pedazo de papel rugoso de su bolsillo para dibujar, con tinta que salió de sus largas uñas, un símbolo—. Ahora nos perteneces.

Monique era una mujer clásica, le gustaba lo antiguo, a pesar de tener muchas mejoras artificiales en su cuerpo. Por eso 454 quedó impactado con el papel, cosa que no se utilizaba desde mediados del siglo XXI, y no tuvo tiempo de observar el dibujo, ya que Hanleigh clavó en su nuca la aguja y le inyectó el líquido verde. No pudo gritar, pues enseguida cayó en un sueño profundo... o una visión profunda, la verdad nunca estaba seguro hasta que despertaba.

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La Máquina de los Sueños - 1 Duología 5VisionWhere stories live. Discover now