Segunda Parte: Capítulo 3

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Por el momento, quienes encabezaban con completa libertad el juego eran los cuatro presidentes de la Alianza; no solo sabían los próximos movimientos de los prodigios, sino que ellos mismos los controlaban. El próximo paso de los elegidos sería hacia los pasadizos, y llegar les sería fácil, pero entrar era la nueva prueba.
Chambers les había advertido: «Deberán destruir por completo a 5Vision si quieren ser libres», para ganar en aquel juego perverso debían quitarles sus más recientes y preciadas adquisiciones, debían llevarse a los videntes. No importaba qué hicieran, todo formaría parte del plan de la Alianza, pero los prodigios ya lo sabían, la Alianza sabía que lo sabían… y los prodigios sabían que la Alianza sabía que lo sabían. Lo único que ambos equipos realmente ignoraban era la creación de una nueva confabulación.

Los científicos habían conseguido la autorización de los presidentes, finalmente podían eliminar a 641

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Los científicos habían conseguido la autorización de los presidentes, finalmente podían eliminar a 641. Era la única que no se había confirmado como vidente en semanas de estudios, ni siquiera había tenido un sueño normal, simplemente estaba apagada, era como un vegetal.

La niña estaba despierta, drogada con el suero verde y apenas consciente de su propia existencia. La habían trasladado a la habitación de eliminación, una que estaba debajo del resto del laboratorio, en la punta opuesta a donde se encontraban las prisiones donde los prodigios habían estado. La sentaron en uno de los sillones flotantes, en el medio del lugar, que se veía igual que casi todos los lugares de ese edificio: gris y vacío. Sobre su cabeza esperaba la Madre Orca, lista para disparar. Las Orca eran armas que 5Vision había diseñado con especial empeño en no dejar ni un solo rastro, y solo las portaban los guardias de élite.

Ella era rusa, y hermosa, aunque es irrelevante decirlo, pronto moriría; lo que sí importa —e importaba en aquel momento— es la mente que poseía con orgullo, una brillante, porque 641 no estaba por debajo del nivel de ninguno de los niños que habitaban el laboratorio, ella también tenía poder… y tenía miedo, en ese momento a duras penas podía sentirlo con la droga que adormilaba su cerebro, pero un poco de esa emoción —a la que aún no estamos seguros desde qué punto observarla— fue lo que permitió que su tercer ojo se abriera.

—El japonés grita con desesperación —manifestó de repente, con voz fuerte y ojos grandes, después de haber tomado una exagerada bocanada de aire. Su espalda comenzó a doblarse y su piel a erizarse, mientras sus pupilas se dilataban cada vez más—. La pelirroja salva su vida —Su cuerpo se retorcía en el sillón—. Rusia lo hace otra vez… —Bajó la intensidad de su voz—. Mar… Azul… Sus ojos… Es traición —Sus músculos se relajaron y todo su peso se desparramó en el suelo, y volvió a la consciencia.

Los guardias se acercaron, ambos lo sabían, era una vidente. Había estado dormida durante meses, no tenía idea de qué hacía allí, no sabía nada de las visiones de sus compañeros, no estaba al tanto de tener compañeros; era imposible, y con énfasis, que hubiera fingido aquello. La tomaron de ambos brazos y la levantaron, la devolverían con los demás videntes y encontrarían la forma de activar sus visiones manteniéndola dormida. Pero el suero verde ya había perdido su efecto, por supuesto, se suponía que 641 debía estar muerta.

La Máquina de los Sueños - 1 Duología 5VisionUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum