Capítulo 7

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El dolor parecía presionar su cráneo completo, como si los huesos se estuvieran pudriendo lentamente, cada vez más necróticos y hediondos. De esa manera actuaba la Alianza, corrompiendo, dañando. Casi no podía ver, lo poco que sus ojos lograban enfocar era desconocido, enigmático, y el resto estaba borroso. Era como si su cuerpo estuviera flotando en una realidad alterna mientras su mente se esforzaba por mantenerse consciente, pero se perdía cada vez más. Los demás seguían presas de la inconsciencia.

Dominique se puso de pie, igual que cada una de las veces en las que había caído. Desde pequeño su estilo de vida se basaba en tres reglas que él mismo se había inculcado. Ser fuerte, a pesar del dolor. Ser luz, para sí mismo y para los demás. Ser libre, en alma y cuerpo. Y aquella última no se estaba cumpliendo.

La habitación estaba completamente ausente del humo que había provocado que cada uno de los prodigios cayeran en un profundo sueño, y aun así el aire era poco, se sentía tensión en el ambiente, y todo estaba más oscuro de lo normal. Aquello desprendía las mismas vibras que el día de invierno en el que el sol se cubrió por completo para no volver a salir. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero no había sido mucho, pues todos seguían tirados en el piso, lo que significaba que los científicos esperaban a que el somnífero se esfumara por completo para entrar y acomodarlos a todos en las camas... ¿o era que no pensaban acostarlos decentemente? ¿Eran, acaso, seres tan desalmados? Los maltrataban día a día, a veces con disimulo, otras veces demostrando el placer que les causaba hacerlos sufrir; llenaban sus cuerpos de drogas y cicatrices, sus mentes de temores y odio; el único derecho que tenían allí era el de seguir vivos, pero en ese punto sus almas estaban tan cansadas, sus cerebros tan lavados, que si Dominique hubiera tenido la capacidad de pensar con claridad habría preferido morir. Pero estaba vivo, todos lo estaban, en ese instante, todos vivieron. Su mente seguía confusa, se sentía fuera de sí, pero no dejaría de tratar de ayudar. No era el momento de permitirle al enemigo crear también una prisión en su mente, distanciarlo de sus ideales; debía seguir siendo él, debía seguir sus propias reglas.

Reaccionaba ante el peligro protegiendo. Quizá porque siempre había tenido que protegerse autónomamente y subestimaba la capacidad de los demás para hacer lo mismo; quizá porque le era sencillo encariñarse con quienes lo rodeaban y de esa manera lo demostraba; o quizá porque trataba de demostrarse qué tanto podía hacer por él, qué tanto por ellos. La razón era de inválida trascendencia en ese momento, motivos podía haber miles, pero su acción fue precisa. Tomó a cada uno de sus compañeros y los acostó en sus respectivas camas con suma delicadeza, siendo Zhi la última, ya que estaba más al fondo de la habitación.

Zhi. Zhi, Zhi, Zhi. Todo el que la conocía sabía que mirarla era sencillo, llamaba mucho la atención, incluso en un atuendo monótono y amorfo. No estaba claro qué era, pero tenía algo que hacía que resaltara; además de su inteligencia excepcional, tenía una especie de brillo que lograba llevar a donde fuera, despierta, dormida, en ambos estados al mismo tiempo, daba igual, siempre estaba ese algo que conseguía que Dominique se enfocara solo en ella por largos ratos, admirando por completo su existencia. Él la miró, y ese pequeño instante se sintió como una eternidad. Eran dos extraños, solo dos personas que habían tenido la misma suerte, y ella lograba que ese chico se preguntara si lo sucedido había sido realmente malo.

-Me miras -alegó la china, susurrando, al abrir los ojos, notando que Dominique la observaba con el mentón apoyado en ambas manos.

Él esbozó una leve sonrisa, sin dejar de contemplarla. Obviamente la miraba, hacerlo se sentía como volar.

-¿No has escuchado nada de lo que sucede ahí fuera? -Zhi intentó, fallidamente, sentarse. No falló porque su cuerpo estuviera débil, sino que el chico la empujó para que volviera a acostarse.

La Máquina de los Sueños - 1 Duología 5VisionWhere stories live. Discover now