Capítulo 35: La verdad como pago

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Geralt tenía el ceño fruncido, hasta que divisó la imagen que se aproximaba entre la oscuridad

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Geralt tenía el ceño fruncido, hasta que divisó la imagen que se aproximaba entre la oscuridad.

Gracias a su visión, pudo reconocer antes de que les diera el sol, que esa figura eran más bien dos y eran humanas. Más espeficicamente, las guerreras de Broch Tres Grajos, quienes habían caído del precipicio y a quienes dio por muertas.

-Imposible- susurró Yennefer con la misma expresión de sorpresa.
-¿Cómo...

-Nada es imposible con nuestro guía-

En ese momento, la cueva tembló alertando tanto al brujo como a la hechicera, quienes se pusieron en una pose defensiva.

El sol que los cubría, entraba por un hueco en el techo de la cueva, pero fue intersectado con una tercera presencia, un enorme y hermoso dragón dorado justo frente a sus ojos, aquel que Geralt jamás siquiera creyó que realmente existiera, estaba entrando cauteloso, majestuoso y brillante en la cueva hasta enderezarse frente a ellos.

Geralt relajó su posición y miró directamente a los ojos del dragon, entendiendo (aunque difícilmente creyéndolo) quién era aquel dragón:
-Borch...-

El dragón soltó un dufido feroz y caliente justo antes de hablar.
-Espero que comprendas el por qué no fui del todo sincero contigo... con ustedes-
Se giró a ver el cadaver del dragón, con notable tristeza.
-Volvió para cuidar de mi legado, pero ya estaba gravemente herida-

Yennefer dio unos pasos al frente con una expresión triste.
-¿Tu legado?-

El dragón asintió.
-El único que queda, por desgracia... aún estoy dispuesto a pagarles con lo que prometí, si protegen la cueva conmigo-

En ese momento llegaron los cazadores traicioneros, armados con hachas y espadas, dispuestos a matar por conseguir el huevo y matar al dragón dorado, así que Geralt sacó su espada, aceptando el contrato una vez más.

Yennefer, sin quedarse atrás, lanzó sus palmas al frente para derribar con magia a los hombres que se aproximaban a ella.

Geralt balanceó su espada girándola por encima de su cabeza antes de impactarla contra el tronco de su primer oponente. Giró hacia atrás para tomar el brazo que quería atacarlo y lo cortó, para luego volver a girar, patear un tercer oponente, y volver a girar para cortar la garganta de un cuarto.

Yennefer tomó una daga de su vestimenta y la enterró en el cuello de un hombre, para luego agacharse esquivando un hacha.
Con su palma extendida, su magia azotó al agresor contra la pared de la cueva, recuperó su daga y giró esquivando a un oponente más, para enterrarsela en la espalda.

Eran demaciados, tanto Geralt como Yennefer estaban retrocediendo poco a poco, por lo que cuando ambos escucharon "¡abajo!", se arrodillaron de inmediato dejando que el aliento del dragón pasara por sobre ellos, calcinando la orda de matones en segundos.

The Witcher | La guerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora