Capítulo 11: Lord Erizo

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Jaskier cantaba alegremente mientras todos aplaudían y sonreían frente a las historias del bardo, pero en la mesa real la reina no podía estar más aburrida, su buen humor se había acabado junto al vino y la comida.

Stark de hecho, jamás había estado en una presentación musical, por lo que disfrutaba mucho del espectáculo. Por otro lado, Pavetta repudiaba el momento y finalmente Geralt se sentía indiferente.

–¿Cuánto más de estas estupideces voy a tener que soportar?– se quejó la reina Calanthe –Todo solo por que lo demanda la tradición de los hombres–. Stark y Geralt la miraron.
–Si fuera hombre, les diría a todos que se pudrieran y declararía con quién voy a casar a Pavetta para acabar con esto–

Stark decidió por primera vez interferir en la plática.
–O mejor... dejar que la princesa decidiera su destino–. Pavetta miró a Stark con una sonrisa a lo que la guerrera le guiñó el ojo y la reina asintió, admitiendo que eso también sería bueno.

–Algo me dice que no es la primera vez que navegas los caprichos de los hombres tradicionales–habló Geralt a la reina y luego gira hacia Stark
–A diferencia de ti–.

–Apuesto que Stark jamás le ha hecho caso a un hombre– señaló la reina para luego suspirar. –Hablas como alguien que ha tenido su propia cuota de tontos–

Stark al escuchar el comentario de la reina algo se encendió en su cabeza.
Creyó haber recordado manos masculinas y una barba de candado en medio de la penumbra. Sacudió su cabeza y bebió más vino.

–Dime brujo, ¿por qué quedan tan pocos de los tuyos?–

Geralt no se sintió nada cómodo con esa pregunta. Se tomó el tiempo para elegir bien sus palabras y bajó la mirada
–Ya no es posible crear más de nosotros... dime majestad, ¿por qué arriesgas tu vida en la batalla cuando puedes descansar en tu trono?–

Stark y Pavetta escucharon con atención la respuesta de la reina.

–Por que hay simpleza en matar monstruos... ¿no es cierto Stark?–

Stark miró al frente
–No soy cazadora– negó

La reina sonrió
–Parece que los tres somos parecidos, Geralt de Rivia–

Geralt miró a Stark quien ya había perdido la paciencia y se concentraba en la voz del bardo para ignorarlos.

–Hmm– fue todo lo que Geralt emitió.

Lo que pasó frente a la mesa puede ser omitido por un corto tiempo; los Lordes se empeñaron en convencer a la reina de ser el mejor candidato para casarse con la princesa Pavetta, pero, uno a uno eran expuestos en vano, la reina tenía una facilidad innegable y una practica notoria en mandar al carajo a quien sea.

Era el turno del verdadero prometido de Pavetta, el pelirrojo se levantó de su mesa dispuesto a dar su mejor presentación, cuando la atención le fue arrebatada por un estruendo en la puerta principal.

Los guardias fueron tan inútiles de no poder evitar a un simple intruso de armadura completa. Sin embargo, aquel misterioso intruso habló de inmediato.

–Mi reina, por favor disculpe el mal entendido con sus guardias vengo en paz, solo necesito un momento de su tiempo– se puso en el centro y se arrodillo.

Stark reconoció esa voz de inmediato, así que giró hacia Pavetta quien había palidecido de los nervios.

La leona mantuvo un semblante serio y severo.

–Soy Lord Erizo de Erlenwald, he venido a reclamar la mano de su hija en matrimonio–

La reacción fue unánime. Todos abrieron los ojos como platos, murmuraron entre sí. Stark bajo la mirada. Por la expresión de la reina, era cuestión de tiempo para que le reclamara la cabeza del sujeto en un plato... Pavetta la odiaría si debiera obedecer.

The Witcher | La guerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora