Sinopsis

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Stark se agachó para evitar una espada lanzada hacia ella, y en un giro la alcanzó a tomar para enterrarla en el estómago del contrincante frente a ella

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Stark se agachó para evitar una espada lanzada hacia ella, y en un giro la alcanzó a tomar para enterrarla en el estómago del contrincante frente a ella.

El lugar de batalla era un campo abierto, con césped muerto, trincheras y olor a estiércol. La única mujer en aquel horrendo lugar era ella: Pelinegra, de estatura promedio, cuello largo, cuerpo curvilíneo.
Su mayor atracción era aquel traje de metal grueso, que cubría su tórax en mayor medida, un short de malla metálica bajo una falda partida en cuatro, unas botas hasta la rodilla, pesadas y rojas, también de metal, guantes hasta su antebrazo, un arco grande y cuchillas de acero.

Pero su destreza en batalla, eso era lo realmente notable.
Se movía en una danza ágil, veloz y letal, de tal modo que parecía que fuera más fuerte de lo que en realidad era.
Tomó su arco de su espalda, y jaló la cuerda.
En ese momento, una luz amarilla tomó la forma de una flecha para materializarla enseguida.

Stark la soltó y la flecha pasó a un lado de tantas personas, cabezas y cuerpos que parecía el hueco perfecto para llegar hasta la cabeza del jefe de la horda. Este cayó al suelo alarmando a su ejercito el cual tuvo que detener su ataque.

Stark aprovechó el momento de confusión para correr lo más rápido que pudo hasta un bosque desconocido.
Escuchó a varios soldados correr tras ella tratando de alcanzarla. Levantaban sus espadas y gritaban "venganza" y sus armaduras sonaban a cada paso como costales con monedas.

Stark avanzó hasta un lago, cuando cayó de frente, sacudió su cabeza un poco y la alzó para ver una especie de tronco gigante y oscuro que esparcía sus raíces por el suelo lodoso.
Stark se puso de pie y enseguida se ocultó con estas.

Los soldados llegaron para buscarla con la mirada, Stark ya no quería seguir matando personas, pues su objetivo, el jefe, ya estaba muerto. Se tomó de las raíces para ponerse de pie pero se cortó en la palma con ellas, eso hizo que al quejarse la escucharan y las miradas se posaran en ella.

El primero de los soldados corrió para alzar su espada y cortar de un tajo la raíz que se interponía, sin embargo, el gran tronco pareció despertar, rugió fuerte y todas sus raíces comenzaron a moverse.
Los soldados miraron aterrorizados el monstruo en el que se convertía aquella cosa.

Stark no se quedó atrás. Ya que con miedo retrocedió sobre sus codos.

Las raíces que se estremecían mientras se liberaban de la tierra húmeda eran fuertes y largas, sosteniendo un tronco de más de dos metros de largo y una cabeza redonda demasiado ancha que omitía el cuello, si es que el monstruo tenía uno. Claramente eso no era un árbol, solo que antes y entre la oscuridad del bosque, parecía uno.
La criatura rugió fuerte, un sonido que mezclaba el grave con el agudo y cuyo aliento hizo vibrar todo alrededor, luego se dispuso a atacar brutalmente a los soldados.
Enterraba sus patas en sus cabezas o sus estómagos, los azotaba contra el suelo y los partía en dos. Hasta entonces, se dieron cuenta de que no era un tronco, si no una kikimora de 3 metros que había estado dormida frente al lago por quién sabe cuánto tiempo.

The Witcher | La guerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora