Capítulo 25

21 2 1
                                    

Tres días antes

Me desperté con la cabeza embotada, y debía darle las gracias a Haley por eso. La casa estaba un poco enmarañada, y aunque no recuerdo mucho de la noche anterior, sé que la fiesta se descontroló un poco. Retazos de conversaciones me venían a la mente como dardos que me atravesaban la nuca dejándome dolor de cabeza, recuerdo estar bailando si parar, de eso si me acuerdo. Y también que la presencia de Charlie, mi antiguo vecino que estaba cañón y que en un principio pensemos que era gay –aunque no lo era–, no era muy acertada, pues se había pasado toda la noche intentando llevarme a rincones a solas. Gracias a mis dioses, Haley me sacaba de esos apuros antes de que cometiera un gran error y Charlie me arrastrara con él.

Pero también recuerdo que eché en falta a Dylan. El haber pasado los tres últimos días con él, haber aspirado su olor, habernos besado y haber dormido en su hombro todo el viaje de vuelta, empezaba a hacer mella en mí. Tal vez lo necesitara más de lo que creía darme cuenta.

Así que, intentando olvidarme de todo por un momento, me puse manos a la obra y empecé a limpiar los restos de la fiesta borrando de la casa cualquier huella de ella, como si fuera a borrarse de mi memoria también.

*****

Me desperté furioso y dando golpes, ¿a quién se le habría ocurrido despertarme a gritos llamando a mi puerta? No, no hace falta que te lo preguntes, a mi madre.

Baje rápidamente las escaleras a abrirle la puerta al huracán de mi madre, está feo que yo lo diga, pero mi madre es una mujer que no se para ante nadie para conseguir las cosas –algo que he conseguido heredar de ella– y es imparable cuando quiere algo. Ahora yo era su objetivo, y tenía que abrirle la puerta ya o la echaba abajo.

–Buenos días mama.

Mantenía un rictus sin ninguna emoción, le podía haber dicho que había estallado la tercera guerra mundial que ella no habría mostrado ningún sentimiento.

–Buenos días, ¿cuándo pensabas venir a verme?

–No me has dado ni veinticuatro horas para establecerme –le dije, y le señalé la maleta que se hallaba en las escaleras–, ¿ves? Ni siquiera he deshecho la maleta.

–No has desecho tu maleta porque eres un desorganizado.

Estaba esperando que se agrietara esa falsa cara de indiferencia, que mostrara sus verdaderos sentimientos, pero era tan difícil que mi madre se abriera, que supe que no iba a mostrar nada, ni cayéndole el cielo sobre ella.

– ¿No me vas a invitar a entrar?

–Claro que sí, pasa.

Gracias a los cielos, Graciela –mi empleada de hogar– había mantenido la casa en orden en mi ausencia, y mi madre de poco podía quejarse. Ella sola se dirigió a mi sala de estar, por lo que yo gasté unos segundos entrando en mi despacho por si había correspondencia, y si, había un pequeña pila de sobres que hojeé unos segundos, pero los abandoné en la mesa pensando que tenía que ocuparme de ellos más tarde, primero tenía que escuchar a mi madre –porque hablar, por experiencia, sabía que no hablaría–.

– ¿Quieres algo?

Se sentaba recta sobre el sofá, vestía una vaporosa camisa blanca y una falda de tubo color crema, y dejaba caer su pelo largo y canoso sobre los hombros. Físicamente, mi hermano Jordan se parecía más a mi madre que yo, los dos eran delgados y mantenían un parecido facial impresionante, a veces me preguntaba si yo era hijo de mi madre.

–Sí, un café si tienes.

Fui a la cocina y llené dos vasos con café, cuyo olor me encantaba. ¿Sería adicto al café? No lo sé, pero era de lo que más bebía a lo largo del día.

Te puedes quedar [Resubido, sin terminar]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن