Capítulo Dieciocho

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Paso seis meses.
Osman se recuperó y entró en prisión por formar parte del secuestro de Anne. Como también de los hombres de Demir. Sin embargo, no desistió de hablar con Aysel. Con la cual hablo antes de entrar en la cárcel y solucionaron las mentiras.
Anne y Kilian tomaron la decisión de mudarse a la casa de los Fermosel, para que su hijo no se criase en un ambiente donde el sexo estaba contantemente. Pero cuando Kilian quería, iban a divertirse a la mazmorra de su departamento. Hasta el mes y medio antes de la boda de Katherine. Donde Anne estaba a punto quería de concluir su embarazo.
Katherine y Elizabeth prepararon su boda con mucho entusiasmo. Y Katherine ya no notó esa presión que tuvo mientras que su hermano estaba en la cama de un hospital.
Anne y Katherine se perdonaron sus diferencias el mismo día en que fue rescatada y esta última le dio que organizase junto a ellas, su boda. Anne aceptó porque no tenía nada que hacer, salvo estudiar para sacarse la carrera que un día comenzó a estudiar en la universidad de Gales.
Aquel día, era el día más esperado por Elizabeth y Katherine. Había llegado el momento de dar otro paso más en sus vidas. Donde Katherine sintió que después de perderlo todo, ya había ganado algo más.
La casa de los Fermosel se vestía de color y a Anne le gustaba ver el jardín de su padre como estaba ese día. Hermoso y lleno de luz después tanta oscuridad.
Katherine estaba nerviosa y cuando Kilian entro en la habitación, la calmó recordando cosas buenas que le pasaron cuando eran pequeños.
Kilian y Katherine salieron de la habitación. Caminando al jardín para hacer lo que un día le prometió a su futura esposa.
Ahí, vio a Elizabeth y el mundo le cambio.
Tras media hora de sermón por parte del juez, ellas quedaron unidas en matrimonio.
Tras horas celebrando el matrimonio, las recién casadas escucharon la canción de Killa de Lola Índigo y se pusieron a bailar como si fuese la primera vez que lo hacían después de muchos años sin verse. Una canción que a Katherine le gustaba mucho por que hablaba de un amor roto y cuando ellas se encontraron se entregaron mutuamente.
Kilian y Anne bailaron juntos como si fueran aquellos niños que bailaron por primera vez hace muchos años en el décimo cumpleaños de ella.
Anne se encorvó un poco y sintió un poco de dolor agudo en su tripa. Pero no le dio importancia, cuando comenzó a sonar una canción que a ambos les gustaba y él la presionó más hacia su torso para bailar más pegados.
―Nunca pensé que esta canción sonaría y que la estuviésemos bailando juntos ―le dijo él―. Nunca pensé que esta canción se convirtió en himno cuando más te necesité.
Anne tatareó la canción de Mi Amuleto de Galván Real. Una que conocía como si hubiera sido ella quien la compuso.
―Ahora que tendremos a nuestro primer bebe, no quiero que lo que hemos vivido se acabe ―dijo él de nuevo.
―No se acabará. No creas que por que seamos padres, será el fin del mundo y de sexo ―respondió ella.
Pero Kilian no le respondió.
Tras otro baile, Anne volvió a sentir ese dolor y notó como la fuente se rompió. Por lo que Kilian actuó rápidamente al verla, cogiéndola en brazos para llevarla al coche.
Después de arrancarla, salieron rumbo al hospital. Donde ella daría a luz a su hijo.
Él iba de camino hacia el despacho del director de la cárcel escoltado por un agente de policía. Ya que tenía la visita de su abogado.

Osman llevaba tres meses dentro y lo único que quería era que saliese su sentencia. Y pensó que su abogado llevaba buenas noticias.
Cuando entro en el despacho, el director de la cárcel se marchó y Osman se quedó un poco pensativo al ver la cara de su abogado.
―¿Qué noticias me tienes? ―preguntó él.
―No muy buenas, Osman.
El abogado hizo una pausa.
―El juez te ha dado la pena máxima. Por lo que no he podido apelar por ello.
―Mierda.
―Tranquilo. He negociado algo con ellos que tú mismo tienes que pensar con claridad.
―¿Qué cosa?
―Que colabores con la DEA para meter en un profundo hoyo a todos esos que han sido como Demir y Álvaro. Que, por cierto, este va a pasar una buena temporada en una prisión de Estados Unidos.
―Me alegra escuchar eso. Pero lo que habéis negociado el juez y tú, es un poco arriesgado para mi vida.
―Lo se. Pero no queda otra opción.
El abogado se movió hacia la puerta y antes de terminar aquella pequeña reunión, le volvió a decir:
―Piénsatelo.
Después de su última palabra, el abogado se marchó.
Cuando terminó de hablar con su abogado, comenzó a pensar en aquella propuesta mientras que caminaba para a su ir celda. Algo que sabía que le daría su libertad. Algo que el deseaba con toda su alma.

Éxtasis Ocultos (Mi Amuleto #4)Kde žijí příběhy. Začni objevovat