Capítulo 2

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Cuando despierto a la mañana siguiente, Rude ya no está en la cama, tampoco su uniforme, lo que indica que ya se ha ido a trabajar.

Me tomo unos minutos para desperezarme y luego me doy una ducha. Salgo y me pongo la ropa interior y unas medias finas oscuras antes de ponerme ala falda tuvo negra y una blusa color verde pastel. Bajo las escaleras descalza y entro en la cocina.
Una nota pegada en el micro-ondas me hace rodear la mesa para tomarla y leer lo que dice.

“Eider: espero que tengas un buen día. Te he dejado algo aquí dentro. R. "

Sonrío y abro la puertecilla del artefacto para encontrar un plato con tortitas con jarabe de arce. Caliento café y lleno un vaso con zumo de fresa antes de desayunar a toda prisa. Me pongo los zapatos de tacón y tomo el bolso y mis llaves antes de salir de casa. Enciendo mi coche y le envío un mensaje a mi hombre mientras que espero a que el motor caliente.

Yo: Gracias por el desayuno, ha sido una delicia. Tq.

La respuesta llega a los segundos.

Rude: Me alegra que haya sido de tu agrado. Te quiero.

Sonrío y dejo el teléfono en el asiento del acompañante antes de salir del garaje en reversa. He cambiado de auto hace dos años atrás, hay veces en las que extraño mi viejo Mercedes, pero ahora no hay nada como un Audi A5 en color negro.

Apenas llego a la oficina, me pongo al tanto de dos reuniones con clientes privados y transfiero información a la base de datos del bufete. Me envío correos electrónicos con Dean y me trago las lágrimas al extrañarlo tanto. Ha pasado casi un año desde que consiguió trabajo en una editorial de Washington y se ha ido con todas sus buenas energías.

Alguien me distrae llamando a la puerta y levanto la mirada justo cuando Rude aparece. Yo le sonrío, emocionada de verlo.

—¿Qué estás haciendo aquí? –pregunto, sin dejar de sonreír.

Él entra a mi oficina, sonriéndome de regreso, y deja una caja sobre mi escritorio.

—Los archivos que solicitó, licenciada Deluxe.

Me muerdo el labio inferior al darme cuenta que es una visita profesional, y que no puedo sacar provecho de eso. Me pongo de pie y rodeo el escritorio para cerciorar que la caja tiene todos los archivos que he pedido para mi siguiente caso.

Sonrío maliciosa cuando él contiene la respiración en el momento en que me rozo contra sus caderas. Quizás pueda sacar un poco de provecho sin que nadie se de cuenta...

Me giro hacia él y vuelvo a sonreírle.

—Muchísimas gracias por tomarse el tiempo de venir hasta aquí, Capitán Vincenauth. –digo, al mirar su placa más reciente.

Él asiente con la cabeza.

—No es nada. ¿Aún sigues adolorida?

Trago saliva y me cruzo de brazos para mirarlo provocativa.

—No sé de qué habla, Capitán.

Él reprime una risa y mira hacia la puerta para verificar que nadie nos pueda interrumpir, luego se acerca a mí y yo cierro mis ojos cuando coloca una mano sobre mi cintura y se inclina hasta rozar mi oído.

—Oh, sabe perfectamente de lo que hablo, licenciada Deluxe.

—Abogada Eider Deluxe, para usted. Ahora necesito estar a solas para comprobar que todo está en orden con los documentos que has traído. Si algo va mal, haré que se tomen medidas.

—Pues, estaré esperando esas medidas con ansias. –me hace un guiño y yo vuelvo a sonreír.

—Gracias otra vez. –digo cuando lo acompaño hasta la puerta.

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