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- ¿Te gustan las papas?- pregunto mientras conduzco.

- Sí.

- ¿Las gomitas?

- También.

- Bien.- suspiro aliviado.

- ¿Por qué la pregunta?- me mira con el ceño fruncido.

- Ah, es sólo que no sabía qué tipo de dulces te gustaban, así que compre casi de todo.- confieso apenado.

- No tenías porqué hacer eso.- suelta una risilla.

- Te dije que iba a ganarme tu perdón. ¿No es así?- la miro fugazmente.

- Cierto.

Después de un rato de viaje, por fin llegamos a mi casa.
Bajo del auto y me apresuro a abrirle la puerta antes de que ella lo haga, con pasos rápidos me dirijo hasta donde está y le abro la puerta.

- Que caballeroso.- bromea mientras sale de este.

- Lo sé.

Juntos caminamos hasta llegar a la puerta, saco las llaves y entramos.
Una vez allí, veo que mi madre cumplió su palabra, y estoy seguro de que obligo a mi padre a subirse.

Ya que no lo veo por ningún lado, esta tarde no estaba ya que él da clases particulares a niños.
Es profesor de primaria.

- Que bonita casa tienes.- dice mientras la dirijo al patio.

- Gracias.- me paro frente a ella para que no pueda ver el exterior.- Cierra los ojos.

- ¿Por qué?

- Sólo ciérralos.- sonrío de lado.

- De acuerdo.- suelta una risa para después hacerme caso.

Me apresuro a abrir la puerta corrediza, la tomo de las manos y con cuidado la dirijo hacia afuera.
Una vez que creo que esta todo en orden, hablo.

- Ya puedes abrirlos.

Hubo unos segundos de silencio, hasta que finalmente hablo.

- Nicolás...

- ¿Te gusta?- me pongo frente a ella.

- ¿Es una broma?- me mira con incredulidad.- Es lo más hermoso y maravilloso que me han hecho.

- Me alegra que te haya gustado.- suspiro aliviado.

- ¿Tú hiciste todo esto solo?- sus ojos viajan a todos lados.

- Bueno, tuve ayuda de mis amigos.- me rasco la nuca.

- Les quedo muy hermoso.- dice mientras camina hasta acercarse a la casa de campaña que puse.

La verdad el lugar nos había quedado de maravilla, a la izquierda estaba la fogata, esta desprendía un calor intenso, al lado de ella se encontraba la casa de campaña con mantas, también coloque almohadas para que la chica estuviera cómoda.

Las luces adornaban el lugar, haciéndolo lindo, bueno eso creo.

- Ahí están todos los dulces.- dice mientras toma una bolsa de gomitas.

- Sí.- rio.

- Me encanto.- sus ojos se posan en los míos, haciendo que sienta una ráfaga de emociones en mi interior.

- ¿Ya tengo tu perdón?

- No lo sé. ¿Habrá más sorpresas?- sonríe.

- Claro que tengo una sorpresa más.

Una noche más a tu lado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora