Capítulo 4

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Otro día más, la alarma sonaba y empezaba a odiarla un poco. Pero había quedado de ir a ver a Julieta, la fiesta seria a las cinco de la tarde. Con mucho trabajo me levanto a bañarme, al salir decido ponerme una ropa deportiva y cómoda, no quería que supiera que iría a la fiesta y luego le diga a mi mamá algo que no es.

Desayuno un licuado con avena y fruta, me pongo los audífonos y desayuno con toda la calma del mundo, hasta que me doy cuenta de que son las once de la mañana y tengo que apresurarme, quede con mi amigo de verlo a las cuatro para poder llegar juntos.

Voy caminando con mis audífonos puestos, creo que son otra parte de mí y sin ellos no podría vivir. Saco las llaves de la casa, veo que sigue igual o más descuidada que antes. Entro y no percibo ni un ruido, camino a la otra puerta y puedo ver a Julieta viendo una película en blanco y negro.

— ¡Qué bueno que viniste! — dice al verme y da una sonrisa.

— Lo mismo digo.

— Ven — me señala el asiento que esta aun lado de ella. Me acercó y me siento, observo un poco la película y se nota interesante — te extrañaba, supe que tu madre salió por trabajo.

— Si — la voltee a ver — estoy bien, ya me acostumbré a estar sola y a decir verdad me sirve mucho. Me hace bien un poco de soledad.

— Sabes que no debes estar sola, puedes venir y estar el tiempo que quieras.

— No, les podría molestar a tus hijos. Por cierto, ¿dónde están? — los buscaba con la mirada.

— Salieron, al rato vendrán. Pero quiero que me cuentes como te va — me hablaba en un tono dulce, parecía otra en verdad. No sabía si era un plan o que ya me estaba volviendo paranoica, pero le platicaría un poco.

— Bien, la verdad no me está costando tanto trabajo, pero como todo, me va bien y en otras no.

— Te quiero y espero lo recuerdes siempre, quiero le mejor para mí y sé que soy la anterior mujer de tu padre. Pero eso no quita lo que siento por ti.

— ¿Por qué me quieres?, nunca lo entendí.

— Eres diferente, totalmente diferente y quiero que sigas así, no dejes de soñar nunca — tomo mi mano derecha — prométemelo.

— Parece que te estás despidiendo — a pesar de todo me daba un poco de miedo lo que estaba diciendo.

— Nada, solo es porque quiero que lo recuerdes y no lo olvides de verdad. No le hagas del todo caso a Miriam, suele exagerar un poco — dio una pequeña sonrisa, aunque su rostro se notaba triste.

— No lo olvidaré, te aprecio y eso nada ni nadie lo va a cambiar — le devolví la sonrisa.

Pase un rato con ella, nos quedamos viendo la película y la platicábamos como hace mucho no lo hacíamos, esto era un poco retorcido, en ocasiones todo estaba viendo y en otras no. Me daba un poco de miedo lo que pudiera pasar en otros días, esto no tenía que ser así.

Volvía a casa, aunque tenía tiempo de prepararme y comer algo rápido. Me mantenía con los audífonos mientras comía un poco de atún con brócoli, después de comer me puse mi vestido azul que había preparado días antes, me planchaba el cabello y pintaba mis labios de rojo, era de mis colores favoritos. Me miraba al espejo y me sentía conforme de cómo me veía, no siempre me sentía segura de mí.

Tomaba mi bolsa negra ya con todo listo, salía de casa para apresurarme a ver a mi amigo, no me gustaba llegar tarde. Odiaba la impuntualidad. El transporte no ayudaba mucho, estaba muy lento y ya solo tenía pocos minutos para poder llegar, pero parecía que, por obra maestra, todo se arreglaba y llegaría a tiempo.

El Dilema de VictoriaWhere stories live. Discover now