Capítulo 15

2 1 0
                                    

—¿Van a tardar mucho? —pregunto Osmar irritado.

—No sé.

—Me dijiste que ya habías hablado con el tal Álvaro.

—Se llama Alberto y sí, me dijo que lo esperara.

Estábamos en la sala de espera, ya llevábamos media hora esperando, no habíamos comido y supongo que por eso Osmar tenía hambre. Le había dicho que después iríamos a comer, pero estaba demasiado molesto.

—Victoria —llego Alberto.

Me acerqué a saludarlo, Osmar solo se quedó viendo.

—Gracias, pensé que ya no tendría mi dinero —bromee.

—No como crees, ya a tus amigos les pague, pero bueno como tú habías ido a grabar más tomas pues se atrasó.

—No te preocupes yo entiendo.

—Como ella no tiene hambre —balbuceó Osmar.

—Bueno, acompáñame y te doy el cheque.

Osmar se iba a acercar para acompañarme, lo detuve y le indiqué que siguiera sentado. Alberto me guío hasta una pequeña oficina, saco su chequera y empezó a llenarlo.

—Mira aquí está.

Me dio el cheque y lo miré, jamás había ganado ni un solo peso. Me sentía muy feliz de eso.

—Gracias. Jamás había ganado nada.

—Bueno, creo que eso amerita un festejo.

—¿Otra fiesta?

—No, pensaba en ir por un helado o algo así, para que no gastes yo invito.

—¿Seguro?, no quiero causar molestias.

—Para nada, es lo menos que puedo hacer después de hacerte esperar mucho —dijo sonriendo—, a menos que Carlos tenga un problema.

Nuevamente, Carlos salía al tema, ¿qué tienen con él?

—No, Carlos es mi amigo, más no mi papá.

—Disculpa, pero creo que la otra vez fue muy duro con Camilo respecto a ti.

—¿De qué hablas?

—Técnicamente, le dio a entender que se alejara de ti y más por esa ocasión que llego a interrumpir el video. Por eso preguntaba si no había problemas.

—No te preocupes, ellos solo tienen un gran ego, que no los deja ver que soy libre.

—Me agrada eso.

Salía de la oficina, antes de ir con Osmar me desviaría para poder ir al sanitario. Solo que no contaba que me toparía con Carlos.

—Debo admitir que tienes talento escribiendo —dijo al verme.

—Tú tienes el talento de asustar a los hombres que se me acercan.

—Vamos, Camilo es un estúpido y Alberto otro poco —dijo riendo—. Sé honesta, no son lo que quieres.

—Son solo amigos, que tu mente sucia, piense es otra cosa, ya no es mi problema.

—Leí tus escritos pervertidos, sé que no son lo que quieres.

—¿Y tú sí?

—No lo sé, pero sí sé que tienes cara de no romper ni un plato, aunque, en el fondo, quieres comportarte de otra forma y no me hagas decir la palabra.

—¿En el fondo soy una perra?

—Tú lo dijiste, no yo.

Comenzaba a caminar de manera contraría a la que yo iba.

El Dilema de VictoriaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang