Capítulo 17

1 0 0
                                    

—Te pido disculpas, mi hermano es un estúpido en realidad.

—Yo tuve la culpa, debí ponerle un alto desde el inicio. Entiendo que tu padre no me quiera, ya que piense que es mi culpa la actitud de Camilo —dije mientras me separaba de él.

—sabes que eso no es cierto, Camilo toma sus propias decisiones y realmente no son buenas.

—Pero igual tu papá no me quiere.

—Mi papá es duro—. Tomo mi mentón—, pero sé que poco a poco te tomará mucho cariño.

—Tu mamá es un amor, se ve que nunca se molesta con ustedes.

—Solo lo necesario, aunque sí que le falta mano dura con Camilo.

Empezamos a caminar por el lugar, estaba encantada con cada detalle de las casas, las calles y hasta los puestos.

—Igual me inspira mucha confianza, es muy tierna.

—Si, mamá es así. Realmente sé que tengo la mejor mamá del mundo y lo agradezco.

—Oye—. Me detuve—, quiero comprar una muñeca lele, quería pedirle a Alicia que me acompañara.

—Bueno, yo te acompaño. Creo que sé dónde están las muñecas más bonitas, aunque bueno, todas son bonitas.

Seguí a Rogelio donde vendían las muñecas. Estaba muy emocionada de poder comprar una muñeca de la región, si bien ya había tenido unas muñecas, quería comprarla acá en Querétaro.

—Pero, entonces, ¿estás seguro de que tu papá no me odia?

—Si te odiara no hubiera permitido que fueras a casa. Es duro, pero no tanto.

—¿Qué va a pasar con Camilo?

—No lo sé, probablemente se quede a trabajar acá. Creo que mi papá lo quiere mantener vigilado, ya que no es nuevo su problema con el alcohol.

Rogelio se detuvo, pude ver un pequeño puesto de muñecas. No dije nada, solo me aventé al puesto para poder ver las muñecas, si bien todas eran muy bonitas, solo debía de llevarme una. Había tardado mucho en elegir una, hasta que me convencí por una que era completamente rosa.

—¿Esa vas a llevarte? —pregunto Rogelio.

—Si, esa me gusto, ¿cómo la ves?

—Está muy bonita, realmente tienes un buen gusto.

—Gracias.

Era obvio que tenía buen gusto, me gustaba él y bueno, la verdad es que es muy guapo. Estaba sacando mi dinero, aunque rápidamente Rogelio pago la muñeca.

—Oye, no tienes por qué pagarla.

—Tómalo como un regalo de bienvenida, por favor. Lo que menos quiero es ofenderte.

—No me ofendes, acepto tu regalo de bienvenida. Muchas gracias.

Seguimos caminando, hasta que vimos a un señor que vendían manzanas acarameladas. Había recordado nuestro trato, así que corrí a comprar la manzana. Regrese a donde estaba Rogelio.

—Me espanté, pensé que querías alejarte de mí —bromeo.

—Por supuesto que no, pero recordé nuestro trato.

—Pero no está partida la manzana.

Le mostré que había pedido que partieran la manzana. Solo sonrió y nos fuimos a sentar a una banca para comer la manzana.

—Gracias por la manzana—. Agradeció Rogelio.

—A ti por la muñeca, no me lo esperaba.

—Pues deberías de esperarte más cosas.

El Dilema de VictoriaМесто, где живут истории. Откройте их для себя