Capítulo 19

2 0 0
                                    

Ya solo me quedaban un par de horas en la hacienda, me había encantado venir. Aunque las situaciones no habían sido las mejores y si, lo digo por Camilo. Aunque lo que me llevo en el corazón es el regalo de Rogelio, la muñeca se había convertido en mi favorita y nunca la soltaría. Lo que no sabía, era si algún día volvería a venir acá, la verdad es que no creo que el señor Ciro quiera que vuelva a venir. Realmente eso me tenía mal, creo que nunca había sido la manzana de la discordia y mucho menos por los celos tontos de Camilo.

—¿Ya casi lista?

Entraba Alicia a mi cuarto, terminaba de empacar mis cosas.

—Sí. Muchas gracias, me gusto venir a tu casa y compartir con tu familia un rato.

—Disculpa por lo que paso con Camilo, aunque sé que después de le va a olvidar y todo será como si nada.

—¿Estás segura?

—Por supuesto, conozco a mi gente y Camilo solo está haciendo un mega berrinche.

—Gracias, amiga.

Me abalancé para abrazar a Alicia, tenía muchas ganas de hacerlo.

—Todo saldrá bien.

Saúl me ayudaba a llevar mis cosas al carro, ya casi era hora de irnos. La señora Refugio se acercaba para despedirse.

—Gracias por tratarme tan bien, nunca lo olvidaré.

—Al contrario, gracias a ti por venir y ser amiga de mis hijos, sé que tienen a alguien como tú y eso me deja más tranquila.

Cuando Refugio me abrazo, sentí algo muy especial. Es una mujer con mucho ángel.

—Siempre estaré para ellos.

—Nos vemos luego risitas —se despedía Francisco de mí.

—Espero que me invites a la próxima fiesta.

—Por supuesto que te invitaremos —decía Hilda—, ya que ahora todos somos amigos, pasaremos más tiempo juntos.

Seguía sin darme buena espina la supuesta amistad de Hilda, su cambio era muy repentino.

—¿Qué tú no te vas a ir a tu casa? —pregunto la señora Refugio a Hilda—, de seguro tus padres están preocupados por ti.

—Me iré mañana.

—¡Vámonos! —gritaba Saúl anunciando que ya era hora de partir.

Me volví a despedir de todos, el señor Ciro se quedó en la puerta, me iba a acercar, pero con su mano solo se despidió. No quería que me despidiera de él como con los demás. Quise despedirme de Rogelio, pero no sabía dónde estaba, ni me atrevía a preguntar por él. La última vez que conversamos no había terminado muy bien y no quería irme así, después de los momentos tan divertimos que pasamos.

Saúl ya había arrancado la camioneta. Me coloque mis audífonos y puse la canción, Aunque no te pueda ver, de Alex Ubago, ya sé, estaba siendo muy dramática, pero me sentía triste. Tenía mi mirada perdida, hasta que vi al caballo de Rogelio, no estaba tan cerca de la camioneta, pero si lo bastante para reconocerlo, traía un letrero que decía adiós, no podía creer lo que estaba viendo. La tristeza inmediatamente desapareció de mí, me daba mucha risa lo que estaba viendo.

—Adoro a mi hermano, vino a despedirse de mí —decía Alicia emocionada,

—Si, pero no puedo detenerme, vamos con el tiempo justo para llegar al aeropuerto —comento Saúl—, así que despídanse de él por la ventana.

Iba a despedirme de Rogelio cuando Alicia bajo mi mano.

—Amiga, disculpa, pero mi hermano se está despidiendo de mí, no de ti.

El Dilema de VictoriaWhere stories live. Discover now