Capítulo 53

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ㅤㅤEN SU TERCER día de lamentable autocompasión, Jungkook decide que ya fue suficiente. Recostado en el sofá, café en mano, Jungkook observa al gato. El animal descansa a su lado. Se ve sereno, pero gruñe cada vez que deja de dar caricias a su lomo.

Ya no se siente triste ni tan miserable como el día en que decidió encerrarse en su departamento y revolcarse en la decepción que el golpe de realidad le produjo. Nada de eso. Ahora... ahora solo se siente un poco vacío, solitario... Y de un momento para otro ya no lo puede soportar más. «Necesitas conversar con alguien».

—Voy a hacer una llamada —le avisa entonces al gato, tras dejar la taza de café en la mesa de centro y levantarse. Lo escucha quejarse, pero hace caso omiso a sus maullidos irritados mientras se dirige a su habitación y busca su celular entre las sábanas. Cuando lo encuentra, escribe un breve texto y sin pensarlo demasiado presiona enviar.











... Y no sabe si la persona que en ese momento toca la puerta es la indicada para escucharlo divagar, pero ya no hay marcha atrás. El profesor suspira antes de abrir.

—Hoseok.

—Hola, Kook —saluda su cuñado, esbozando una sonrisa afable. Él hace un gesto con la cabeza y lo deja pasar. 

—Gracias por venir.

Enseguida, Jung Hoseok entra al departamento y se quita los zapatos. Lo hace con calma, irradiando una paz que el profesor aprecia. No se apresura a hacerle preguntas, ni tampoco lo ve con recelo o entusiasmo. A veces cree que tiene un don para leer el ambiente, o para saber cuándo las personas necesitan de un abrazo. Siempre hace lo posible para que todos estén cómodos, engañando a la tensión con sus pasteles y comentarios sobre temas irrelevantes.

—Traje cupcakes. —El chef le enseña una bolsa color azul y Jungkook esboza una pequeña sonrisa. No esperaba menos.

—Gracias. De nuevo.

Hoseok hace un gesto con la mano y camina hacia la encimera de la cocina. De la bolsa saca una pequeña bandeja cubierta con plástico y la deja ahí. a continuación, se da vuelta y examina el salón con familiaridad... Hasta que su mirada se posa en el sofá, desde donde el felino de ojos amarillentos lo observa.

—¡¿Tienes un gato?! —exclama sorprendido—. ¡¿Desde cuándo?!

El profesor también detiene su mirada en el gato. ¿Hace cuánto que Taehyung lo dejó a su cuidado? No está seguro, pero de lo que sí está seguro es que se dejó manipular muy fácil. No es como si no hubiese tenido otra opción, pero... Pero ya está, el gato y él ya se llevan bien.

—Desde hace un tiempo —es lo que contesta. Hoseok asiente y se acerca al sofá. El gato parece juzgarlo, o eso es lo que piensa Jungkook.

—¿Y cómo se llama? Oh, pero si eres tan lindo. Y gordo.

—... Señor B.

—Señor B. Le queda —comenta Hoseok, sonriendo mientras toca con cuidado sus orejas—. ¿Qué significa la B? ¿Bonachón? ¿Bigotes? No, ya sé. Señor Bizcocho.

—Es Bastardo.

Y la cara del chef lo dice todo.

—Bah, ese no se me ocurrió... —Entonces el gato muerde su mano—. ¡Ah, suéltame...! —exclama, tratando de liberarse de los colmillos del animal. El profesor se echa a reír—. Vaya, qué amigable. Sí, puedo ver por qué se llama así...

—Increíble. Pensé que le caías bien a todo el mundo.

—Yo también...

Aún riendo, el profesor se acerca a la cocina.

LA FILOSOFÍA DEL DESEO © vkookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora