Capítulo 12

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ㅤㅤLA COMIDA en la cafetería de la Facultad de Artes Liberales no es la gran cosa, pero Taehyung no tiene otra opción cuando los martes tiene un descanso de solo treinta minutos entre clases para almorzar. Yoongi tampoco tiene tiempo para comer con él —y darle de su comida—, y la tienda en la que trabaja Baekhyun no está lo suficientemente cerca; por ende, la cafetería del quinto piso es su destino. Tiene sus pros, sin embargo. Hay menos estudiantes, venden jugos más fríos y los dulces que le gustan... Y a veces tiene la dicha de encontrarse a personas que evitan que se aburra.

—Profesor Kim, ¿cómo está? —saluda Taehyung a Kim Seokjin mientras espera en la fila para comprar. El mayor está detrás de él, acompañado de un hombre alto.

—Kim Taehyung —masculla Seokjin. A estas alturas ni siquiera trata de ocultar su desagrado—.  Estoy muy bien, ¿y usted?

—Yo estoy excelente. Esperando su próxima clase.

—Me imagino que sí...

—Hola, Taehyung. Soy Kim Namjoon, del Departamento de Filosofía —se presenta el hombre junto a Seokjin, acomodando sus lentes torcidos sobre el puente de su nariz, tras notar la tensión. El pelinegro eleva una ceja.

—¿Profesor?

—Sí.

—Qué mal —murmura Taehyung, pero ninguno de los hombres lo escucha. La fila avanza y el turno de Taehyung llega—. Otro día seguimos esta adorable reunión, profesores —dice y se gira hacia la cajera, sin darle tiempo a los mayores de responder. Tampoco de ver sus reacciones.

—¿Qué va a llevar, joven? —pregunta la señora Jang Jiwon.

—Un sándwich de pollo y... —Taehyung mira el exhibidor de vidrio a un lado de la caja registradora y señala un paquete colorido—... uno de esos. Por favor.

—¿Nada más?

—Nop.

—Muy bien. —La mujer recibe el dinero que el pelinegro le extiende y le entrega su comida—. Aquí tienes. Disfruta tus dulces —dice con una sonrisa.

—Gracias.

Taehyung se gira hacia el comedor con su sándwich y sus dulces en la mano, la mochila al hombro y los rizos despeinados, y busca con la mirada un lugar disponible. Pretende encontrar un lugar solo al lado de la ventana; no obstante, una vez reconoce al hombre sentado en el centro, con la espalda recta y una cara de pocos amigos, decide que ese día no va a comer solo. Entonces, con el descaro que lo caracteriza, el pelinegro camina hacia la mesa en cuestión y no se detiene hasta ocupar la silla vacía frente al profesor Jeon; quien se percata de su atrevimiento cuando escucha el chirrido de las patas de la silla contra el suelo y se topa con aquel retador par de ojos.

Jungkook lo ve escéptico y deja lo que estaba haciendo para cruzar los brazos sobre su pecho. —¿Necesitas algo, Kim? —pregunta.

—Buscaba un asiento —contesta Taehyung, como si fuera la obviedad más grande del mundo, entretanto le quita el plástico a su sándwich .

—Puedo verlo. Como también puedo ver que hay más mesas sin ocupar.

—¿Sí? No me di cuenta.

—Claro —dice Jungkook, pero ve al menor comer y estrecha los ojos con desconfianza—. Si viniste para hablar sobre tu calificación otra vez, puedes irte. No tengo intenciones de cambiar tu puntaje ni este es mi horario de consulta, así que apreciaría que me dejaras en paz.

—Oh, no, no. Debería dejar ir ese tema, profesor. Está en el pasado.

—¿Entonces cuál es la razón para sentarte en mi mesa?

LA FILOSOFÍA DEL DESEO © vkookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora