Capítulo 23

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ㅤㅤTAN RÁPIDO como su intachable imagen se lo permite, Jeon se dirige a su oficina. No quiere hacer notar la ansiedad que le provoca saber que Taehyung se ha metido en ella sin permiso, estando la puerta cerrada, pero se le es muy difícil. «¡Qué está haciendo ahí, maldición!». Es inútil mantener una mueca indiferente cuando tiene la certeza de que Taehyung es cualquier cosa menos una persona predecible. Podría estar haciendo quién sabe qué, rebuscando en sus cajones o su maletín.

Sube veloz las escaleras, sin hacer contacto visual con las personas que bajan, y al llegar al sexto piso dobla por los pasillos. Sus zapatos hacen eco y sus manos están empuñadas. Su mandíbula está tensa. A la distancia, la luz que se cuela bajo la puerta de su oficina le indica que, en efecto, alguien está dentro.

Una vez frente a su oficina, no se detiene a recuperar el aliento ni a relajar su expresión. Abre la puerta bruscamente, fastidiado y las facciones rígidas. Tiene una cara de pocos amigos que ahuyentaría a cualquier persona cuerda, porque Jeon molesto no es fácil de tratar.

Pero en Taehyung, que descansa con las piernas sobre su escritorio y una hoja entre sus largos dedos, con una sonrisa divertida y el cabello despeinado, no produce ningún efecto. El chico se limita a mirarlo con ojos sagaces, como si lo hubiera estado esperando. Su postura no refleja nada más que confianza, casi acostado sobre la silla. Jeon entreabre los labios, perplejo. Segundos más tarde, se obliga a cerrar la puerta de un portazo, sin importarle si alguien está pasando en ese mismo instante por el pasillo.

—Se puede saber —comienza, con la voz cargada de fastidio— ¿qué diablos haces aquí y cómo has entrado?

—Por la ventana —ironiza Taehyung, lamiendo sus labios. Encuentra sumamente atractivo a Jeon en ese preciso momento—. Lindo suéter. Le queda mejor que esas camisas.

Jungkook se molesta incluso más. Está de pie junto a la puerta, observando a Taehyung con tanta intensidad que siente la sangre hervir. ¿Cómo es que no puede respetar ningún límite? No lo puede creer, por lo que obvia el comentario sobre su impropio atuendo y bufa hastiado.

—Te hice dos preguntas.

—Sí, y yo le hice un cumplido.

—Me vas a responder ahora qué mierda haces aquí. —Jeon se acerca lento al pelinegro. Puede ver sobre la madera un paquete abierto de gominolas y eso, de alguna forma, solo incrementa su enojo. Ve a Taehyung girar un poco la cabeza, sopesando la respuesta. No se ve para nada afectado, al contrario. Jungkook quiere arrancarle la sonrisa—. ¿Y bien? ¿Me vas a responder?

—No lo sé, ¿qué dice usted? Tenemos algo pendiente, y por "algo" me refiero a la linda escena de ayer, cuando metió mi polla en su boc-

—¡Eso no responde a mi pregunta! —interrumpe Jeon, anticipando el desquiciado rubor. «Joder, pero qué le pasa».

—Me preguntó qué hacía aquí. —Taehyung baja las piernas del escritorio y se inclina hacia delante, descansando su rostro en su mano—. No me gusta dejar las cosas inconclusas.

«O es que no le gusta perder...».

—¿Y decidiste irrumpir en mi oficina? La cual, por cierto, estaba cerrada. ¡Con llave! —Jungkook termina de acercarse al escritorio y apoya furioso ambas manos en la superficie. En sus ojos refulge la pasión que acompaña a la ira. La tela del suéter se estira.

—No fue tan difícil, si eso es lo que piensa. Su oficina no es el maldito Pentágono.

—Deja de desviar el tema y responde la jodida pregunta, Kim. ¿Cómo entraste?

—Si le digo, ¿me deja devolverle el gesto de ayer?

—¡Taehyung! —El profesor golpea la mesa con el puño. Taehyung revolotea sus pestañas.

LA FILOSOFÍA DEL DESEO © vkookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora