➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏 ᘒ ꒦ 🜸

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Contemplo tranquilo la superficie del lago y sé que vale la pena correr el riesgo. El agua está inmóvil y lisa, como cristal pulido. Ni el más mínimo soplo del viento la altera. Una bruma baja forma montañas líquidas que flotan contra un cielo amoratado. El sol saldrá pronto. Renjun llega sin resuello. Sin molestarse en poner el caballete, deja su bicicleta en el suelo ruidosamente, junto a la mía. –¿No me has oído llamarte? Ya sabes que no puedo pedalear tan deprisa como tú. – No quería perderme esto. El sol asomaba por fin sobre las montañas, en una fina línea de oro rojizo que ribeteaba el lago. Renjun suspira a mi lado y tengo la certeza de que está haciendo lo mismo que yo: imaginarse qué sensación provocará en su piel la temprana luz matinal. –Jaemin, no deberíamos hacer esto. – Me dice, pero su voz carece de convicción.

Yo me meto las manos en los bolsillos y me balanceo sobre los talones. –Tú quieres hacerlo tanto como yo. Mira ese sol... – Antes de que Renjun pueda protestar de nuevo, me quito la ropa. Tras esconderla detrás de un arbusto, me acerco al borde del agua temblando, aunque no por el frío del amanecer. Me recorre un escalofrío de emoción. La ropa de Renjun cae al suelo y afirma: –A Johnny no le va a gustar. – Yo frunzo el entrecejo. Como si importara lo que Johnny opine... No es mi novio, aunque ayer me pilló por sorpresa en Maniobras de Vuelo Evasivas intentando sostenerme la mano. –No estropees este momento. Ahora mismo no quiero pensar en Johnny. De hecho, la culpa de esta pequeña rebelión la tiene en buena parte él. Siempre está revoloteando a mi alrededor. Siempre está ahí, observándome con sus ojos oscuros, esperando. Estoy harto. Que Haechan se quede con él. Me paso el tiempo deseando que él lo quiera, que la manada le hubiese elegido a él en vez de a mí. A cualquiera en vez de mí. – Se me escapa un suspiro. –Detesto que ni siquiera vayan a darme elección. Pero falta mucho hasta que haya que conectar nada. – Ahora no voy a pensar en eso. –Vamos allá.

Relajo mis pensamientos y absorbo todo lo que canturrea a mi alrededor. Las ramas con sus hojas de un verde grisáceo. Los pájaros, estimulados por el amanecer. La bruma fría y húmeda que se adhiere a mis piernas. Flexiono los dedos de los pies sobre el suelo áspero, contando mentalmente los guijarros que toco. Y, entonces, esa pulsión tan familiar se abre camino en mi pecho. Mi exterior humano desaparece, se desvanece, reemplazado por mi piel Draki, mucho más gruesa. Mi cara se tensa, los pómulos se afilan, mudando sutilmente, estirándose. Mi respiración cambia conforme se transforma mi nariz, al elevarse y multiplicarse el puente. Mis extremidades se aflojan y alargan. La resistencia de mis huesos resulta deliciosa. Miro al cielo. Las nubes parecen borrones grises; las veo como si ya estuviera deslizándome entre ellas. Siento como la fría condensación me besa el cuerpo. No tardo mucho. Puede que haya sido la manifestación más rápida de mi vida. Con la mente clara y libre de restricciones, sin nadie más a mi alrededor excepto Renjun, resulta más fácil. No está Johnny, con sus miradas perturbadoras; ni mi madre, con miedo en los ojos; ni ninguno de los demás, observándome, juzgándome, evaluándome. Siempre evaluándome. Me crecen las alas, levemente más largas que mi espalda, ligeras y vaporosas. Se despliegan en el aire con un suave susurro, un suspiro. Como si ellas, también, buscaran alivio, libertad. Una vibración conocida va creciendo en mi pecho. Es casi como un ronroneo. Me giro para mirar a Renjun y descubro que ya está preparado, y hermoso, a mi lado. Es de un azul iridiscente. Bajo la creciente luz, percibo las tonalidades rosas y escarlatas que se esconden en el azul intenso de su piel Draki. Hasta ahora jamás había reparado en algo tan diminuto. Sólo en este instante lo veo, al romper el día, cuando teneos previsto volar. Cuando la manada lo prohíbe. De noche te pierdes muchas cosas.

Al bajar la vista admiro el brillo dorado y rojizo de mis lustrosos brazos. Mi mente divaga. Recuerdo el pedazo de ámbar que hay en el tesoro de piedras preciosas de mi familia. Mi piel se asemeja a ese ahora: a ámbar báltico atrapado en luz solar. Resulta engañoso. Mi piel parece delicada, pero es tan dura como una coraza. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me vi así. Demasiado tiempo desde que sentí el sol sobre mi piel. Renjun ronronea suavemente a mi lado. Nos miramos (con ojos de iris alargado y negras líneas verticales como pupilas), y sé que él no va a seguir protestando. Me mira fijamente con sus ojos de un azul reluciente, tan feliz como yo de estar aquí. Aunque hayamos quebrantado todas las normas de la manada para escaparnos de los terrenos protegidos, estamos aquí. Somos libres.

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