➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟔 ᘒ ꒦ 🜸

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El lunes recorro un pasillo vacío, pasando ante un cuarto de baño, disfrutando cualquier momento libre del bullicioso gentío. Por las paredes aletean posters como polillas con las alas clavadas, incapaces de escapar. El aire acondicionado ronronea como una bestia dormida en las entrañas del instituto. Sonidos apagados brotan de las aulas mientras mis pasos resuenan monótonamente sobre las viejas baldosas. Es una agradable pausa.

Soobin Ojillos de Hurón habla conmigo en clase de Lengua, a pesar de que la señora Kim lo amenaza para que mire al frente. Ella nunca cumple sus amenazas, y todo el mundo lo sabe. Esa clase es un zoo. En mi antiguo hogar, jamás nos atrevíamos a faltarle el respeto a nuestros profesores. No cuando tu profesor de Ciencias es uno de los ónix más ancianos de la manda. O cuando tu profesora de Música es una Draki alondra que puede romper el cristal con la potencia de su voz.

Me detengo ante la fuente y bebo con ganas, encantado con la balsámica frescura que corre por mis labios y mi lengua y me desciende por la garganta. Al final del pasillo, una taquilla se cierra de golpe y yo doy un salto. Levanto la cabeza, secándome el agua que me baja por la barbilla con el dorso de la mano, y veo cómo una chica se aleja de su taquilla sujetando un libro de texto. Suspiro y tiemblo. Llevo todo el día con los nervios a flor de piel... Bueno, en realidad, todo el fin de semana, desde mi visita a la casa de Jeno.

Es casi como si esperara que una tropa de cazadores se abalanzaran sobre mí en cualquier comento. Supongo que es natural. Me pillaron en aquella habitación... Sujetando aquella camisa... Y, milagrosamente, evité tener que dar auténticas explicaciones a Yeonjun y Jeno. Yeonjun recela, pero no está ni remotamente cerca de descubrir la verdad. Al menos me he convencido a mí mismo de eso. Si Yeonjun pensara que soy un Draki (o incluso que podría serlo), jamás habría salido vivo de aquella casa. Jeno es otra historia. Él puede relacionar la camisa directamente conmigo. Si llegara a contemplar la posibilidad de que los Drakis pueden alterar su aspecto, tendría la verdad.

Me paro en la puerta del servicio de las chicas, ante el sonido de voces quedas y apresuradas y una risa sofocada. Una chica sale dando traspiés, con el rostro enrojecido, los ojos brillantes, intentando alisarse el pelo alborotado. -Uy. - Gorjea al verme, y se toca la boca como si temiera que se le hubiese corrido el pintalabios, sólo que no lo lleva. Por lo menos ya no.

A un paso de la chica, unos familiares ojos oscuros se posan sobre mí. La aprensión me atenaza el estómago. Me aparto a un lado rápidamente, ansioso por dejarlos pasar, y entonces la chica agarra la mano de Yeonjun y tira de él como si no fuese nada del otro mundo que estuviera con un chico en el servicio femenino. -Venga, Yeonjun. - Dice, y suelta una risita. -Volvamos a clase. - Termina. -Hola, Jaemin. - Me saluda Yeonjun. Pasa ante mí, despacio, me roza y suelto aire entre los dientes, siseando.

Se me tensa la garganta y mi mente recuerda la camisa manchada con mi sangre en sus manos. Él tuvo la prueba de lo que soy y ni siquiera lo sabe. Me cuesta mucho hacer un gesto de saludo. En mi interior combaten el miedo y el pánico. Intento reprimirlos, aunque mis dedos se curvan en mis costados, listos para la defensa. El humo se eleva en mis pulmones, abrasándome la garganta y ensanchándome la tráquea. -Vamos, Yeonjun. - Insiste la chica, tirando de él con más fuerza y lanzándome una mirada de rabiosa hostilidad, nada contenta de perder su atención. -Te veré en la sala de estudio, Jaemin. - Yeonjun pronuncia mi nombre como si estuviera paladeándolo.

-¿Hoy vas a sentarte con nosotros? - Niego con la cabeza. -Me sentaré con Ryujin. - Yeonjun se echa a reír. -¿Te da demasiado miedo sentarte con nosotros? - La chica también se ríe, aunque noto que se siente confundida, excluida de la broma. -Yo no le temo a nada. - Le espeto, aunque esas valientes palabras sólo son verdad hasta cierto punto. -¿Ah, no? - Yeonjun se inclina más hacia mí. Yo resisto el impulso de retroceder, reprimo el calor que me asciende por la garganta, la necesidad de manifestarme. ¿No sería perfecto?

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