➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟕 ᘒ ꒦ 🜸

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Me despierto oliendo a café y tocino. Olfateo más profundamente. No. Salchichas. Sin duda. Y huevos fritos. Lanzo una mirada a la cama vacía de Haechan y luego al reloj. Son las ocho y cuarto de la mañana. El aroma flota a mi alrededor. Frotándome los ojos para espabilarme, me incorporo sobre los codos, preguntándome si mi madre habrá olvidado apagar la cafetera eléctrica. Me ruge el estómago, pero eso no explica el olor a comida.

-Bueno, supongo que eso responde a mi pregunta. - Dice una profunda voz aterciopelada que me sobresalta. Doy un brinco y agarro la almohada como si fuera a usarla como arma. Jeno está en el umbral, dando sorbos de una taza de viaje metálica y enfundado en una camiseta gris que le marca los hombros y el pecho, y me deja sin aliento. -¿Qué pregunta? - Inquiero a duras penas. -Si por la mañana serías tan precioso como lo eres durante el resto del día. - Contesta. -Oh. - Digo como un bobo, apartándome el enmarañado flequillo detrás de las orejas, convencido de que ahora mismo no tengo muy buena pinta, nada más despertarme.

Tampoco es que me preocupe mi apariencia normalmente, pero, aun así... ¿Quién tiene su mejor aspecto recién salido de la cama? -Aquí estás de nuevo. - Murmuro. - Eso parece. - Responde. -¿No puedes mantenerte alejado? - Pregunto. -Parece que no. - Dice. - Por mí está bien. En realidad, está genial. -Te he preparado el desayuno. - Agrega. -¿Es que sabes cocinar? - Replico, impresionado. Jeno esboza una gran sonrisa. -Vivo en una casa de solteros, ¿recuerdas? Mi madre murió cuando yo era un crío. Apenas me acuerdo de ella. Así que digamos que tuve que aprender a cocinar un poco. -¡Oh! - Exclamo, y luego me incorporo más.

-Espera un minuto. ¿Cómo has entrado aquí? - Pregunto. -He abierto la puerta principal. - Bebe otro sorbo de su taza y me mira como si estuviera metido en un lío. -La verdad es que tu madre debería cerrar con llave al salir. - Yo arqueo una ceja. -¿Eso te habría impedido entrar? - Sonríe un poco. -Me conoces bien... - Responde. Y supongo que así es. Comprendo todo eso de no ser lo que tu familia desea. Comprendo qué se siente al ser una decepción continua. Juntos, en esto, somos iguales.

De pronto su sonrisa se desvanece y añade: -Pero hay otros peligros... - Comenta. -Y una puerta cerrada con llave les impediría entrar, ¿no? - Enseguida lamento recordarle ese hecho. Lamento la sombra que le cubre la cara y oscurece sus ojos, volviéndolos verdes. -Hola. - Digo a continuación, levantándome de la cama, decidido a hacerle olvidar que existen fuerzas siniestras, listos para atacarme... Y separarnos. Que él vive junto con algunas de ellas. Probablemente con las peores.

Después de todo, la manada no me quiere muerto. Ni siquiera los Enkros suponen un peligro inmediato. Para mí son seres sin rostro, demonios desdibujados, el hombre del saco, una amenaza sólo si los cazadores me atrapan y me entregan a ellos. -No sigamos por ahí. - Le paso los brazos por la cintura y él me abraza tan fuerte que me deja sin aire. -No quiero que te hagan daño. Jamás. - Hay algo en su voz, en su forma de estrecharme... Una seriedad, una vehemencia que me hace temblar y me contrae el estómago. Y me pregunto si Jeno sabrá algo más. Si no me lo habrá contado todo. ¿Qué más podría ser? Hago caso omiso de ese sentimiento y entierro la cara en su cálido pecho. El fresco y suave algodón de su camiseta me resulta muy agradable contra la piel.

-Pues entonces, a lo mejor deberías aflojar el abrazo, que me estás triturando. - Bromeo. -Venga. - Dice él, tomándome de la mano para llevarme a la cocina. -Estoy muerto de hambre. Vamos a desayunar. - Ahora su voz es normal. Profunda y aterciopelada. Más suave todavía. Sea lo que sea lo que he percibido antes, ha desaparecido. Más tarde, me preguntaré si lo he imaginado.

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