➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟖 ᘒ ꒦ 🜸

259 50 23
                                    

-Salgamos de aquí. - El sonido de su voz rompe el hechizo y el ruido me rodea de nuevo: la banda discordante, los gritos de centenares de adolescentes, los desagradables olores. Vuelve el mareo. Miro alrededor, al desordenado remolino de caras, y compruebo que Aparato Baboso me está observando con los ojos como platos. Sus amigas también me observan, tan conmocionadas como ella, o incluso más. Digo que sí con la cabeza. Estoy más que dispuesto. De repente ya no importa nada que no sea estar con él. Necesito escapar del gimnasio.

Jeno me conduce de la mano gradas abajo. Sus cálidos dedos se enredan con los míos. Me sienta bien, como si volviera a estar a salvo. Él va bajando con seguridad. Zigzagueando entre los rezagados, pasamos ante Ryujin y ella me agarra de la muñeca. -¿A dónde...? - Empieza, pero enmudece al ver a Jeno. Sus labios articulan palabras que no logro distinguir. Yo continúo, arrastrado hacia delante. -¡Eh, Jeno! - Desde lo alto de las gradas, Wonho le hace una seña a Jeno para que se siente con él. No veo a Yeonjun. Probablemente está en uno de los baños con alguna otra chica o chico... Jeno niega con la cabeza en respuesta a Wonho y aprieta su mano en torno a la mía.

Atravesamos el centro del gimnasio, justo donde está sentado Haechan. Doblo el cuello y veo cómo mi hermano se levanta, frunciendo el entrecejo misteriosamente. Una inquietud que no comprendo rebosa de sus ojos ámbar. Luego su mirada se desvía hacia las animadoras y todo encaja. Entiendo por qué Haechan las mira en ese preciso instante. Yo no debería mirar, pero lo hago y mis ojos se cruzan con los de Yeeun. Tiene la cara roja, yo sé que no tiene nada que ver con la ejecución de su número. Después ya no puedo ver nada más, ni aunque quisiera.

Jeno empuja las pesadas puertas dobles y en cuanto salimos al pasillo, el nivel de ruido desciende a un rugido apagado, aunque la música de la banda todavía retumba por todo mi cuerpo. -¿A dónde vamos? - Pregunto. Jeno sigue caminando, devorando terreno con sus largas zancadas. Tira de mí hasta que llegamos afuera, apresurándonos bajo el pasaje cubierto. La sombra proporciona cierto alivio contra el calor seco y abrasador. -¿Te importa? - Jeno me mira por encima del hombro, con ojos fulgurantes, cálidos y vehementes, y yo pienso que no, no me importa. Me da igual adónde vayamos. Cualquier sitio es mejor que este. Cualquier sitio con él.

Regresamos al edificio principal y Jeno me lleva hasta el hueco de una escalera en el extremo sur, lejos de la concentración. La puerta se cierra con un fuerte golpe que resuena largo y profundo en el interior de la escalera, dejándonos encerrados. Es como si estuviéramos en una angosta cápsula, enterrada en el interior de la tierra. Separados de todo y de todos. Las dos últimas personas del mundo. Jeno me suelta la mano y se sienta en un escalón. Yo lo sigo, ocupando el peldaño inferior, demasiado cohibido para sentarme directamente a su lado. El cemento es frío y duro y la barandilla de acero se me clava en la espalda. Normalmente evito las escaleras estrechas y poco ventiladas, en favor de las rampas abiertas del centro del instituto que conectan la planta baja con el primer piso. Incluso aunque así tarde más en llegar a mi clase... Pero aquí, con Jeno, no me molesta tanto. Puedo tolerar la sensación de estrechez.

-Gracias por sacarme de allí - Murmuro, entrelazando las manos alrededor de las rodillas y mirándolo desde mi escalón inferior. -Bueno, te habías puesto un poco verde. - Responde. -No llevo demasiado bien lo de las multitudes. Me pasa desde siempre. - Contesto. -Podrías tener problemas. - Me advierte, mirándome de esa manera extraña que me derrite. Se acaricia el labio inferior con un dedo y durante una centésima de segundo, sus ojos parecen raros, diferentes, todo iris brillantes y pupilas finas y negras. Casi como los de un Draki. Parpadeo para aclarar mi visión y sus ojos vuelven a ser normales. Solo es mi imaginación. Probablemente estoy proyectando en él la nostalgia de mi hogar, de Renjun... De todo.

-Las concentraciones son obligatorias. - Continúa. -Mucha gente te ha visto marcharte. Profesores incluidos. - Le interrumpo. -También te han visto marcharte a ti. - Señalo. Él se inclina hacia un lado, apoyando un codo en uno de los escalones de atrás. -Eso no me preocupa. Ya he tenido problemas antes. - Esboza una sonrisa torcida y levanta unos dedos cruzados. -El director y yo somos uña y carne. Ese hombre me adora, en serio. - Añade, y yo lanzo una carcajada torpe y ronca. Su sonrisa hace que me sienta bien, libre, como si no estuviera huyendo de nada. Como si pudiera quedarme en este mundo si lo tuviese a él.

!  ׅ࣪  alma de fuego ׅ ࣪ nomin ✶ drakis [1] ~  ࣪ ׅWhere stories live. Discover now