➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟏 ᘒ ꒦ 🜸

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Inmediatamente, busco a Jeno con la mirada, aunque no lo veo por ninguna parte. Mi traicionero corazón se siente decepcionado. Yeonjun me observa con sus impenetrables ojos negros como el alquitrán y me saluda con un gesto de cabeza. Wonho está hablando con las chicas de la mesa de al lado, agitando en el aire sus aplastantes manazas. No repara en mí. En mi mente sólo resuena un pensamiento desesperado: «No está Jeno. No está Jeno», y me dejo caer en mi taburete, mirando hacia delante.

Ryujin todavía no ha llegado, pues tiene una buena caminata desde el aulario de Arte. Me froto las manos contra los vaqueros. Todos empiezan a formar una fila en la parte delantera, ansiosos por conseguir un pase, buscando escapar. Siento la mirada de Yeonjun en la nuca, y considero la idea de ponerme a la cola. Yeonjun acaba de regresar de una cacería. ¿Tendrá las manos manchadas con sangre de Draki, morada e iridiscente? ¿Tendrá, como un sabueso sanguíneo, olfato para las presas? ¿Para los Drakis? ¿Para mí? Eso explicaría la avidez con que me observa... Suena el timbre, con su chillido rompetímpanos. Estoy acostumbrado al sonido. Prácticamente ya no salto al oírlo.

Me invade la desolación y parpadeo una vez, con fuerza, apretando mucho los ojos. No quiero acostumbrarme a nada de esto. -Hola, Jaemin. ¿Quieres ir a la biblioteca conmigo y con Xiaojun? - Me pregunta Hendery, deteniéndose ante mi mesa, con una sonrisa natural en su rostro redondeado. -Gracias, pero no. Voy a estudiar aquí con Ryujin. - Hendery se encoge de hombros y se coloca en la fila con su amigo, y yo me pregunto si no debería haberme unido a ellos, pero entonces mis ideas frenan en seco. Esa vibración que tanto añoraba me enciende el pecho, extendiéndose hasta el centro de mi cuerpo. Mi piel vuelve a la vida de golpe.

Giro la cabeza, buscando con los ojos, centrando mi mirada en Jeno en cuanto entra en la sala. Todo en él es mucho más resplandeciente de lo que recordaba. Los reflejos dorados de su pelo amoratado, el brillo de sus ojos avellana, su altura, la amplitud de sus hombros. A su lado, cualquier otro chico parece pequeño, joven y ridículo. He esperado este momento durante demasiado tiempo. Demasiado tiempo para volver a verlo, para que mis pulmones se contraigan, para que mi corazón martilleé y se dilate contra mi caja torácica. Para sentir cómo revive mi Draki. Sus ojos avellana se posan en mí, y esa mirada hace que me arda la piel. Pero sus ojos no son los únicos que noto. A mis espaldas, la mirada de Yeonjun me atraviesa.

Jeno se acerca a mi mesa y yo me olvido de todo lo demás. Olvido que debería mantenerme alejado de él. A tan corta distancia, olvido incluso el miedo difuso que mi inspira Yeonjun. Sólo deseo que Jeno se pare, que diga algo, que utilice su magia con mi alma debilitada. Lo necesito. Ya casi ha llegado a mi mesa. Mis pulmones se expanden, abrasan. En mi garganta se forma vapor. Es una sensación maravillosa. Es la vida. Mi piel tensa se inflama y lanza un breve destello de oro rojizo. Me agarro el brazo, apretando dolorosamente los dedos, como si la presión de mi mano pudiera impedir que me manifestara en una sala llena de humanos.

Jeno está ya tan cerca que puedo ver las tonalidades verdes, doradas y marrones de sus ojos. Un paso más y alcanza mi mesa. Contengo la respiración. Lo examino, buscando alguna señal... Y entonces él desvía la mirada por encima de mi cabeza, en dirección a sus primos. Algo pasa por su rostro, un estremecimiento. Con expresión de hastío, paso de largo y yo me quedo temblando en mi taburete. Su frío rechazo me deja sin aliento. El calor me abandona en forma de exhalación siseante y las llamas de mis pulmones se apagan, quedan convertidas en rescoldos.

Nada. ¿Ni una palabra? Pienso en la última vez que lo vi, en su cálida atención. Pienso en la nota que me dejó. Esto no tiene sentido. Me tiemblan las manos. Las junto, apretándolas con fuerza. No debería sentirme tan destrozado. Después de todo, había decidido evitar a Jeno. Había decidido acabar con esto antes de que empezara de verdad.

El último timbre suena justo cuando Ryujin se sienta a mi lado. Sus ojos, brillantes de por sí, resultan luminosos bajo la luz cruda y cegadora de los fluorescentes. -Hola. - Me saluda Ryujin sin resuello por efecto del largo paseo. -¿Qué ocurre? - Echa una ojeada por encima de un hombro y añade suavemente. -Ya veo que han vuelto. Oh... Y ahí viene él. - Observo por el rabillo del ojo cómo Jeno pasa ante nuestra mesa, dejando sutilmente una notita cerca del codo de Ryujin. Ella esboza una sonrisa y comenta. -Supongo que esto es para ti. - Miro furioso el papel, resintiéndome a agarrarlo. -No lo quiero. - Respondo. -Rómpelo. - Ryujin me mira sorprendida. -¿En serio? - Yo agarro la nota y la rompo en pedacitos mientras Jeno recoge su pase de manos del señor Kyungsoo.

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