Capítulo 11

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Ela:

No se si soy la única que lo cree pero... los que más se quejan son los que menos hacen ¿verdad?


¿Desde cuando me siento con las manos envueltas por este engreído?.

Me había agarrado, agarrado de la buena y realmente, no se como salir de esta. ¿Cómo no pude saber que alguien como él, claramente iba a tener un as en la manga? Y para colmo es el hijo del director, persona que aún ni conozco. Dios mío ¿ahora como diantres salgo de esta? ¿Dice de trabajar para él? ¡Es que estamos locos o que! No puedo dejarme manipular por un personaje engreído de ojos dominantes solamente por el hecho de creerse superior, imvencible y sexy a la vez ¡aahhh!

—¿ Y bien? ¿Te vas a quedar aqui plasmada delante de mi? Que yo sepa, soy atractivo, guapo y todo eso pero no soy de tu alcance así que..., ya te estas llendo de mi vista antes de que se me ocurra alguna otra locura—Su confianza a medida que hablaba me derrumbaba totalmente en mi interior, los ojos se me estaban llenando de lagrímas poco a poco, iba a llorar, llorar por algo que yo misma me lo he buscado, pero no tenía que hacerlo, no ahora, ya, lo hecho, hecho esta, así que no puedo hacer nada para evitarlo, solo toca seguirle el rollo a este patán presumido y ver quien sale de esta sin ser consumido.

De momento, que piense lo que quiera.

—esto no va a quedar aquí—mis palabras salieron a medida que me estaba dando la vuelta para regresar a clase. Mientras caminaba aún sentía su mirada en mí de manera oscura haciendo que mi pecho se fuese contrayendo poco a poco mientras se volvía a acelerar, no se que me estaba pasando otra vez, pero sentía que otra vez iba a volver a pasar, mi pierna temblaba sin parar mientras iba caminando, no sentía de mi cuerpo, sus palabras, él, me iban a volver loca, ¡me incordía verlo en todos lados y lo último que me esperaba era llegar a esta situación por su culpa!.

Tenía que controlarme a mi misma y a mi cuerpo, porque sino iba a acabar mal y no quiero darle mas razones para que me haga la vida más imposible de lo que ya es.

Inhalando y exhalando aire de manera tranquila pensando en algo positivo, por una vez, me iba sintiendo poco a poco más tranquila. Fue entonces, cuando me dirigi hacia adentro caminando por el largo pasillo del jardín de la universidad, la campana había sonado hace dos minutos pero como tenía la mente en otra parte no respondía de mi.

Dirigiendome a subir las escaleras, nada más tocar el primer escalón sentí a alguien apartarme por detras provocando que se me callera la mochila del suelo bruscamente y todo de su interior saliese por los suelos, o mejor dicho por los escalones. Fijando la mirada en quien había sido, supuse que no era ni más ni menos, que él escorpión engreído.

—Upps, no te he visto, soy ciego cuando se trata de tipas como tú—exclamo mostrandome una sonrisa de esas suyas que son jodidamente atractiva a medida que subía las escaleras para ir al interior con unos de sus amigos ricos estos que al parecer le siguen el rollo para tratar de ser como él.

—Me las vas a pagar—añadi tratando de calmarme al agachar para recoger los libros que se me habían caido por su culpa.

Tras coger un par de ellos e iba a coger el siguiente, una mano que conjuntaba con un anillo de plata bastante caro, estaba cogiendo mi diario, en el instante sin ver quien era mi corazón empezó a golpear bastante rapido con el temor de que lo abriesen o le echaran un vistazo, es algo personal, no quiero que nadie lo vea ni lea, ahí esta escrito todas las desgracias por las que he pasado para convertirme en quien soy ahora.

Las luces del amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora