Capitulo 28

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Austin:

Te haces la difícil para verte interesante, déjame decirte que no querida, conmigo no funciona.

Mis manos apretaban con ansia su cadera mientras se la masajeaba. Sentía sus manos agarrar mi pelo con fuerza y exotismo. Suaves gemidos escaparon de su boca, quería quitarle la maldita ropa, aquí mismo. Después de todo lo que me ha hecho pasar hoy, sería un buen castigo y entretenimiento.
No iba a poder controlarme, sentía mi duro erectarse, joder esta chica me estaba poniendo.

—Quiero quitarte la ropa aquí mismo—me fije en ella hambriento mientras introducía mi mano a través se su falda. Esta seguía doliendo pero para esto, ya no duele.
Notaba el escozor en sus muslos, su piel estaba tensa, le provocaba y lo sabía.

—No puedes hacerlo...—soltó suavemente a medida que se aferraba a mi camiseta para no descontrolarse y mis labios buscar los suyos.

Mi mano se introdujo más a fondo de su falda, subió por el muslo hasta llegar a sus bragas. Lo estaba haciendo con cuidado, ella me miraba tímida y tensa. Era virgen, eso estaba más que seguro.

Iba a rompérsela yo. Sino es hoy otro día pero yo iba a hacerlo.

Descendí mi rostro hasta su cuello, olía a rosas, uno de los olores que más me gustaban. Acaricié con lujuria su cuello mediante mi lengua y labios. Mis ojos se desviaron a su rostro quién cambió totalmente de expresión, solo quería placer y sentirse bien. Gemidos seguidos salieron de su boca a medida que sus brazos se aferraban a mi torso con fuerza y sostén.

Era difícil para ella experimentar estas sensaciones y eso que todavía no se la había metido.

—Quiero darte, aquí y ahora.

Apenas podía mirarme, le había apretado tanto ahí abajo que podía sentir lo mojado que tenía eso, su clitoris a pesar de tener la capa de tela de las bragas separándonos, lograba tocarlo, se estremecía en su sitio.
Su reacción ante mi control era fuerte, eso me gustaba, es atrevida pero quería que se sintiese débil ante mi. Que no fuese la necia con ego alto. Sino una puta con ganas de follar.

—¡para, no puedo hacerlo! Yo...—me detuvo, dando un par de empujones en mi pecho para alejarme. Ante sus palabras quite mis manos de su parte intima, no era de esperar su reacción. Jamás, ninguna chica se había negado a que le de.

Y Ela lo estaba haciendo.

Si era por cuestión de verse más interesante, no iba a funcionar, tarde o temprano me la iba a coger.

A escasos centímetros esta se arreglo la falda y recogió el cabello.

Era dura de roer.

—¡Que diantres estas haciendo!—le pregunté al ver su actitud tan cortante. ¿Me estaba rechazando a mi?

—evitar caer en tus garras—puso una mirada asesina en mi.
Era increíble el cambio de humor de esta chica.

—hace segundos si querías caer, cuando gemías en mis oídos y besabas mis labios con desesperación—contraataque. Sonriendo insinuante.

—No debí haberlo hecho—volvió a negar.

Esta situación estaba siendo de lo más increíble—pensé mientras me reía al ponerme la chaqueta.

Las luces del amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora