Capitulo 30

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Austin:

Mi mente esta indecente, ya que estas dentro de ella haciendo travesuras.

Desde antes deseaba tenerla desnuda encima de mi rogando por que le diese duro. Y ahora la tenía aquí, observándome de forma explícita y extraña, esperando a que mi cuerpo entrase dentro del suyo y le diese el placer que tanto desea y necesita en estos momentos. Verla de este modo, me complacía, porque era yo el que salió ganando, estaba a punto de quitarle la virginidad justo cuando ella me rechazo rotundamente antes. Pero ya se lo dije como tres veces, iba a ser yo quien se la quitara.

Al llegar a la mansión, noté cierta inquietud en ella, después de que esta subiese a su habitación supuse que no iba a estar tranquila ya que una vez se empieza a dar placer para alguien, este alguien debe terminarlo. Cuando subí arriba escuché por los pasillos sus gemidos, sonreí maliciosamente, porque esos gemidos provenían de su boca, esos que pedía que yo le diera, pero no se atrevía. Esos que salían porque se estaba tocando ella sola.

Ahora me encontraba a punto de darle, con una condición de que, si tanto lo desea, sea ella misma quién lo consiga.

—dios... —su cuerpo se balanceaba sobre el mío mientras introducía mis dedos dentro de ella, esta estaba totalmente desnuda encima de mí. Sus senos eran normales, ni tan pequeños ni tan grandes, contenían un tamaño que pudieses agarrar y chupar cuantas veces que quieras. Me encantaban, me encantaba apretárselos y ver su cara de quejarse, pero a la vez sentirse bien.

Se agachó apoyando su cuerpo contra el mío, buscó mis labios con desesperación. Mientras lo hacía noté sus manos tocar mi boxer, le miré la cara y sonreí de manera seductora, estaba haciendo lo que le dije, solo que de forma menos directa. Esa es mi chica.

Le di una palmada en el culo, para atraerla hacia mí, quité sus manos tras despegar los calzoncillos. Me fijé en su rostro por última vez y agarré mi polla poniendo un condón e introduciéndola con tranquilidad en su canal. Era la primera vez en esto, debería hacérselo despacio, cuando agarré más confianza y se acostumbre, cambiaré el tacto.

—ah, no me cabe —exclamo suavemente tratando de colocarse sobre mi duro y no desviarse —. Austinn, es demasiado grande... —se fijó tímidamente en lo que le estaba introduciendo.

—te lo meteré despacio —poco a poco fui introduciéndolo en su cuerpo, mientras me fijaba en su cara, esta mostraba una expresión alucinada, estaba en un momento nuevo para ella, tenía que familiarise antes de darle embestidas.

Cuando logré introducírselo, lo saqué otra vez, su cuerpo se movía en velocidad suave a como se lo iba introduciendo. Sus manos se aferraban a mi espalda con fuerza para no desviarse.

Volví a sacarlo, cambié de posición, esta vez la puse a ella debajo y yo encima de ella.

—Ya te has familiarizado, ahora abre bien las piernas.

Esta hizo lo que le dije sin negarse. Por un segundo pensé en donde había quedado esa chica tan necia que solo me llevaba la contraria y era muy quisquillosa. Cuando se trata de sexo, hasta su comportamiento cambia, debo tenerlo mucho en cuenta.

Con las piernas algo más abiertas, le agarré del muslo izquierdo y la empujé hacia mi polla para metérsela esta vez con más rudeza. Da un gimoteo jadeante, le había dolido metérselo así de fuerte, pero tenía que saber que es así como lo hago yo.

Aceleré las embestidas, mi polla salía y entraba de su canal con aceleración, sentía mi cuerpo subir de temperatura. Era jodidamente placentero, más a ella, quién gritaba, gritaba y gemía, pero no lo que yo quería que gritara. La agarró del cabello para volver a unir nuestros labios con desesperación y agonía, Ela era una chica que tenía dos jodidas caras. Ya las había expuesto ambas, su punto débil y su punto beneficioso.

Las luces del amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora