40. Es un trato

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A pesar de todo te enamoraste de mí

Contra viento y marea, contra ti misma

Te enamoraste de mí

De mí, que vi la flor crecer del lodo y vivo la vida de otro modo

De mí, no de una marioneta, tú ya no crees en caretas

De mí, que me he empeñado en adorarte y que a querer tú le enseñaste

De mí, la ruta equivocada y a pesar de todo aún estás aquí

De mí, que me enamoré de ti en el preciso instante en que te vi

(A pesar de mí - Santiago Cruz)


No me importa si está enojado o dolido. No me importa si tiene razón en que no puedo reponerme del todo a nuestro pasado.

No me importa nada.

Me lanzo hacia él, y me recibe entre sus brazos mientras lloro, aunque ni siquiera sé por qué. Mis lágrimas mojan su camiseta, pero él me permite desahogarme sin decir nada. Sencillamente pasa sus manos con dulzura por mi espalda.

No sé por cuanto tiempo lloro contra su pecho, pero cuando me calmo, soy consciente de que estoy entre sus brazos. Del modo en que huele. De la seguridad que me brinda el círculo de sus brazos alrededor de mi cintura.

No quiero abusar del hecho de que me esté consolando, así que doy un paso atrás mientras me seco las lágrimas y le doy mi mejor intento de sonrisa.

- Gracias – Le digo simplemente, mientras me hago a un lado para dejarlo pasar.

Entra a mi casa con paso titubeante. Luce tan nervioso que es algo adorable.

Mira mi casa con curiosidad, así que le permito un momento para examinarlo todo mientras me adapto a la idea de que está aquí.

Mira mi biblioteca, llena a reventar de carpetas con partituras, novelas de misterio y una serie de fotos en portarretratos: Una de papá y mamá en mi primera comunión, una con Jen y Jeremy en la boda de ella, una con Marto en mi primer concierto de la Filarmónica, y una de mi gira con Morat de un concierto en Sevilla. Aunque se ve toda la banda, elegí esa foto en particular porque él está parado a mi lado, cantándome directamente a mí y yo estoy inclinada hacia él tocando la guitarra y los dos estamos sonriendo.

Pasa un dedo por el marco de la foto casi con cariño y, aunque me está dando la espalda, comienza a hablar.

- Lamento haberme ido así más temprano – Dice en voz baja – Yo...Esperaba poder prepararme algo para la primera vez que nos viéramos luego de esto, y justo venimos y nos encontramos por casualidad. Estaba muy nervioso y asustado y...soy un idiota. Lo siento, Val – Repite

- ¿Por qué estabas nervioso? – Pregunto estúpidamente.

Sigo recargada en la puerta con los ojos abiertos de par en par. Algo se debe haber roto en mi procesamiento neuronal, porque aunque sé que está aquí, y lo estoy viendo de pie en medio de mi sala, mi cerebro se queda corto en entender lo que eso significa.

Se mete las manos en los bolsillos mientras se vuelve y me mira.

Estamos de pie en esquinas opuestas de la sala, así que es bastante remarcable que sus ojos envíen una sacudida a lo largo de mi vientre aún con eso.

Domingo » Juan Pablo Villamil (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora