6. Vivir y morir dos dualidades sin sentido

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Alaia

Hay días que es más difícil levantarse, hay días que quiero vivir y otros que quiero morir, pero nadie entenderá esa dualidad de sentimientos hasta que los vive.

Me agobia totalmente esos pensamientos porque a veces simplemente estoy feliz y tranquila cuando las inseguridades, los recuerdos y los sentimientos negativos vuelven aparecer acabando conmigo. Y no quiero sentirme así, en verdad quiero encontrar estabilidad o al menos un punto medio porque estar en los extremos solo me hace sentir que cada día me agotó lentamente y no se a donde me llevará esto.

Aún recuerdo a la perfección aquella vez que moría de hambre, únicamente tenía 3 años recuerdo que en el orfanato las comidas eran en cantidades muy pequeñas y simplemente un día mi estómago no lo aguante.

Con mi hermano acompañándome, fuimos en la noche a escondidas a la cocina y nos robamos unos panes de dulce, recuerdo cómo sonreímos felices mientras comíamos y como saboreábamos el dulce como si ese fuera nuestro mejor día.

Sabíamos que teníamos que regresar a nuestras habitaciones, pero no lo hicimos nos quedamos ahí comiendo más panes y eso fue lo peor que pudimos hacer. Nos atraparon, mi hermano fue llevado con la monja superior y está hizo que él metiera sus manos en agua hirviendo por 5 minutos causándole quemaduras que dejaron cicatrices en sus manos que lo siguen perturbado.

Daimon tuvo que cargar con esas heridas él solo, no le curaron las manos ni le dieron medicamentos para el dolor. Mi hermano con únicamente 3 años tuvo que sufrir un dolor inhumano y si lloraba o se quejaba le iba a peor. Y nadie dijo nada para ayudarlo.

Mientras a mí me metieron en un armario por una semana, sin comer, sin tomar agua, sin tener un espacio para hacer mis necesidades. Con el poco aire, con la oscuridad, el hambre y mis propios desechos tuve que convivir por una semana.

Por más que pidiera que me sacarán de ahí, no lo hicieron, lloraba y deseaba con esa edad que todo acabará rápido, pero todo fue lento... Muy lento.

— Llevas una hora mirándote en el espejo ¿Pasa algo?— pregunto Daimon acercándose a mí.

Tengo miedo todo el tiempo, me da terror regresar a aquellas pesadillas que aunque no quiera asimilarlo son recuerdos que me siguen atormentando.

Y eso no es lo único, me miró al espejo y no me gusta lo que veo, la forma en la que el vestido me hace ver más gorda y cuadrada me perturba, me enojo conmigo misma porque sé que a una chica delgada esto se le vería bien ¿Por qué no puedo simplemente dejar de tragar? Quisiera dejar esta ansiedad y todos esos momentos que me hace sentir insegura con lo que soy.

— Ayer tuve pesadillas— admití mirándolo a los ojos— Recordé aquella vez dónde la monja del orfanato me encerró en el armario como castigo y...— mi voz comenzó a temblar.

Daimon no dudo en abrazarme con fuerza.

Por culpa de ese lugar me siento culpable cada vez que como de más o simplemente cuando cómo.

— Tengo miedo de no hacer las cosas bien, de que volvamos otra vez a ese sitio— susurré sintiendo mi pecho me pesaba y que me costaba hablar sin sentir que mi voz se quebraba.

Estoy aterrada de ser débil, de que otra vez te tengamos que pasar por esas cosas.

— Eso no pasará— Daimon acarició mi cabello tratando de calmarme— Sé que es aterrador recordar el pasado porque nos hicieron mucho daño, pero míranos ahora ya no somos esos niños— Daimon agarro mi rostro e hizo que lo mirara.

Es un imbécil la mayoría del tiempo, pero cuando se trata de mí sé que todo lo que hace es para protegerme.

Ya no somos esos niños es cierto, pero eso no quiere decir que todo haya acabado porque aún dentro de mi cabeza hay huellas de cosas que no desearía jamás recordar.

AMOR ESCRITO CON SANGRE (PRIMER LIBRO DE LA SAGA AES)Where stories live. Discover now