La promesa

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-Me pasaría el día así, pelirroja -susurró James contra los labios de Elena-, pero mis padres van a llegar en breves a buscarnos a mis hermanos y a mí.

Ella volvió a besarle, mordisqueando suavemente su labio inferior en una dulce tortura.

-¿Pero no iban a venir la semana que viene? -Inquirió ella, apartándose el pelo de la cara.

-En principio sí, pero mi madre se ha enterado de que hay rebajas en una tienda de Hogsmeade donde, según ella, seguro que encontramos algo, así que vienen hoy.

-Mm, es posible que Albus me haya comentado algo, sí. Admito que no he estado prestando mucha atención últimamente -confesó, con una sonrisita.

James rió y la abrazó.

-Si te soy sincero, yo tampoco.

Después de hacer las paces la tarde anterior apenas se habían separado, y lo cierto es que ninguno de los dos quería hacerlo, pero no era una buena idea hacer esperar a Ginny Potter, y mucho menos darla plantón.

James se levantó de la cama, donde había estado abrazado a su pelirroja, y caminó hacia su baúl en busca de una sudadera que ponerse. Elena se estiró, con una enorme sonrisa de felicidad, y le observó mientras volvía a encogerse y se deslizaba bajo el edredón, friolera como era.

-Bueno Jimmy, ya puedes enseñarme el traje que elijas, ¿eh?

-Por supuesto -respondió él, poniéndose la sudadera y sentándose en el borde de la cama-. ¿Y tú? ¿Ya sabes que vas a llevar?

Elena le miró, con los ojos verdes ligeramente entornados-

-Ah, ¿pero que lo de ir a la boda va enserio? -Preguntó, frunciendo el ceño.

Y es que le había dado algunas vueltas al tema últimamente, pero finalmente había decidido que aquello había sido una especie de broma extraña y que ella no tendría nada que hacer en aquella boda en la que, por otra parte, apenas iba a conocer a nadie.

-Por supuesto que sí. Te dije que me ibas a acompañar a esa boda y lo mantengo, pelirroja.

-¡Pero si no voy a conocer a nadie!

-Conoces a mis hermanos, a todos los primos que tengo en Hogwarts, a Lysander Scamander, a Molly, a Teddy… Yo no diría precisamente que no conoces a nadie.

-Ni siquiera conozco a la novia -objetó Elena, poniendo los ojos en blanco ante la insistencia de James.

-Bueno, pero conoces a su hermana. Además, le caerás bien. Victoire es muy sociable, se lleva bien con todo el mundo. Siempre y cuando no empieces a hacer chistes de rubias, claro, pero no creo que sea el caso -dijo James, llevándose la mano a la barbilla mientras sonreía con diversión, recordando las cosas que su primera mayor solía hacer a  aquellos que se metían con las rubias.

Elena suspiró y negó con la cabeza.

-Sigue sin parecerme plan, que quieres que te diga. Eso de colarme en una boda así por así…

-¡Pero es que no te ibas a colar! -Exclamó James, poniendo los ojos en blanco-. ¡Irías conmigo, lógicamente!

Sin embargo, el chico vio en sus ojos que no estaba ni mucho menos cerca de convencerla, así que decidió que era mejor desviar la atención hacia otro tema.

-De todos modos, si lo que  te preocupa es no conocer a nadie -continuó él, sonriendo pícaramente-, yo te presento a mis padres encantados.

Sus palabras tuvieron exactamente el efecto que él había previsto y buscado. Elena abrió mucho los ojos, sus mejillas se sonrojaron ligeramente y se mordió el interior de la mejilla.

Ojos verdesWhere stories live. Discover now