Capítulo Especial: Rosa y escorpión

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Estación de trenes de Hogsmeade. Primer día de vacaciones de navidad

Un montón de niños de primer año y algunos pocos de segundo correteaban de allá para acá por el andén de la estación de trenes a la que el Expreso Hogwarts llegaría en tan solo algunos minutos.

La multitud era mucho más pequeña de lo habitual, y en ella no podía verse un solo alumno mayor de tercer curso, puesto que todos habían preferido quedarse para el Baile de Navidad y otras actividades que se organizarían.

Rose Weasley y Scorpius Malfoy eran la excepción a esta norma. Estaban esperando un poco apartados del resto de la multitud de críos chillones, ella sentada en la escalerilla del carruaje que los había llevado hasta allí y él a su derecha, apoyado en el lateral.

-¿Y cómo lo vamos a hacer? -Preguntó Rose con una sonrisita feliz, pero muy nerviosa.

Scorpius se recolocó la bufanda de Slytherin con igual nerviosismo.

-Pues tú eres la lista de los dos; si tú no tienes un plan sí que estamos apañados.

-Voy a presentar a mi novio a mis padres. Creo que nunca se puede estar preparada para eso.

-¿Quieres asustarme más o qué?

-Oh, no, pero la cosa es que mi novio es además el hijo de su enemigo del colegio y al que me recomendó no acercarme mucho el primer día de clase.

Scorpius dejó escapar una carcajada.

-¿En serio te dijo eso?

-En serio… ¿Albus y yo nunca te lo hemos contado?

-Creo que en su día se os olvidó -Scorpius sonrió y dejó escapar una risita-. Bueno pero ya estará más acostumbrado a mí, ¿no? Aunque sólo sea por ser el mejor amigo de Albus…

-He evitado preguntar todos estos años -Rose se encogió de hombros-. En cualquier caso ya lo vamos a saber pronto, ¿no?

-Para bien o para mal -confirmó Scorpius-. Mira ahí viene el tren.

Rose se levantó de un salto y, tomando la mano de su novio, ambos entraron en la antigua locomotora.

Tras un tiempo saliendo en secreto y luego habiéndoselo contado sólo a sus amigos -más que nada porque todos empezaban a sospechar y ya no podían ocultarlo más-, hacía solamente un par de días habían decidido que era hora de afrontar uno de sus mayores miedos: sus padres debían saber que estaban juntos.

Tras la guerra Ron Weasley y Hermione Granger habían sido aclamados héroes, casi al mismo nivel que el propio Harry Potter, y cada pequeño gesto movimiento era noticia en El Profeta. En cualquier caso, ellos criaron a sus hijos con sencillez, enseñándoles como les habían enseñado a ellos.

Por su parte, Draco Malfoy, como todos aquellos que habían participado en la guerra mágica del lado del Señor Tenebroso, cayó en desgracia.

El hecho de que pidiera disculpas públicamente por todas las atrocidades cometidas por su familia y que el Ministerio de Magia reconociera públicamente su labor para ayudar con las reconstrucciones solo ayudó a medias, y por muchos años el apellido Malfoy siguió siendo un nombre del que era mejor no estar cerca.

Hasta Astoria.

Los Greengrass no se habían involucrado demasiado en la guerra mágica, y Daphne y Astoria, las hijas, incluso habían luchado del lado de Harry Potter en la conocida Batalla de Hogwarts.

Cuando Draco y ella anunciaron públicamente su compromiso algo cambió, fue como la caída de un muro invisible, y la sociedad mágica empezó a darse cuenta de la multitud de buenas causas en las que Draco invertía pequeñas fortunas y cómo siempre parecía estar donde se le necesitaba dispuesto a ayudar. La gente empezó a dejar de creer que había obtenido su trabajo como director del departamento de Economía del Ministerio de Magia por simple enchufismo -aunque también es cierto que sin sus contactos no hubiera podido llegar hasta ahí-, y, en definitiva, el apellido Malfoy volvió a ser sinónimo de familia respetable.

Ojos verdesWhere stories live. Discover now