¿Co-capitana?

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A pesar del Torneo de los Tres Magos, la dirección de Hogwarts había decidido no interrumpir la copa de quidditch, para así mantener entretenidos a todos los estudiantes mientras no hubiera pruebas del torneo. Y James Potter, orgulloso capitán de Gryffindor, estaba decidido a ganar la copa un año más, con lo que había impuesto un entrenamiento por semana, cifra que se triplicaba en las dos semanas previas a un partido. Y justo la próxima tendría lugar el primer partido de la temporada: Gryffindor contra Ravenclaw.

James había sido escogido como Campeón de Hogwarts, y estaba increíblemente orgulloso de ello, pero no por eso pensaba descuidar sus obligaciones como capitán, y por tanto había convocado un entrenamiento a las nueve y media de la mañana el día siguiente de la elección de campeones, aprovechando que McGonagall, visto el fracaso del día anterior, había cancelado las clases, a sabiendas de que muchos de sus alumnos estaban de resaca y aunque no lo estuvieran, nadie se concentraría ese día.

Así, Elena se levantó a las nueve menos cuarto, maldiciendo a sus compañeras que podían seguir durmiendo, a James por haber convocado un puñetero entrenamiento a esas horas indecentes el día después de una fiesta y haberlo mantenido incluso tras haber salido Campeón, y también maldiciéndose a ella misma por haberse quedado la noche anterior hasta tan tarde a pesar de tener que madrugar al día siguiente.

Con muy mal humor, fue directa a la ducha (otro motivo más para maldecir a Rose: se negaba a darles a Dominique y a ella la contraseña del baño de prefectos), se puso el uniforme de quidditch, recogió su pelo en un apretado moño en lo alto de su cabeza, cogió la "Vuelo de Pegaso" y el bate y bajó a desayunar.

Cuando bajaba por el tercer piso de la zona de los dormitorios femeninos, se encontró a Lily Luna, ataviada de una forma muy similar a la suya y también con su escoba en la mano.

-¡Buenos días! -Saludó la alegre pequeña de los Potter. Al sólo obtener un gruñido por parte de la pelirroja, se echó a reír-. ¿De resaca o cómo?

-Digamos que voy a tener que tener unas palabritas con Travers -Jaime Travers, el mejor amigo de James, había sido el encargado de proveer la bebida de la fiesta de la noche anterior en la Torre Gryffindor-. Y con tu hermano.

-¿Con mi hermano?

-Sí -respondió Elena con un gruñido-. Vamos a ver, ¿a qué clase de idiota se le ocurre convocar un entrenamiento de quidditch un día que no hay clase a las nueve y media de la mañana? ¿Y encima tras una fiesta en su honor por ser elegido Campeón? Sin ánimo a ofender.

Lily rió suavemente.

-Solo a mi hermano mayor. Es que yo fui la que me quedé todos los genes buenos, ya sabes.

Esta vez fue el turno de Elena de reír.

Llegaron al comedor, y se encontraron a Andrew Collins y Jaime Travers desayunando en la mesa de Gryffindor. Eran, por cierto, los únicos en el comedor.

Elena y Lily saludaron y se sentaron junto a ellos. Estratégicamente, Elena se colocó al lado de Jaime.

-Travers -saludó con voz engañosamente amistosa y dulce-, ¿tú sabes quién consiguió la bebida anoche?

-Claro. Fui yo -respondió él, seguro e incauto. De todos modos, y en contra de lo que Lily había esperado, Elena mantuvo la misma calma y dulzura de antes.

-Ah, cuanto me alegra saberlo…

-¿Y eso? -Jaime empezaba a desconfiar.

-Ahora ya sé quién es el que tiene la culpa de mi dolor de cabeza infernal.

-Oye, mira…

-O te timaron y te dieron garrafón o lo hiciste intencionadamente… -Elena hizo un seductor mohín con sus carnosos labios y se llevó una tostada a la boca-. En cualquier caso yo soy una señorita y no suelo beber de garrafón, con lo que me ha sentado muy mal.

Ojos verdesWhere stories live. Discover now