Parte 7

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María entrenaba tenis, era su pasión, le encantaba practicarlo, mientras que yo tenía una amistad decente y agradable con el entrenador. Un jueves cualquiera, decidí quedarme a ver jugar a María, debido que antes tenía una obstrucción a su entreno, debía recuperar alguna materia, así que decidí esperar 2 horas, en una silla casi al otro lado del salón, para poder esperar la hora de salida de María.

Estaba algo aburrido, así que decidí llamar a Valeria un rato a ver qué pasaba.

–Hola, vale –le decía mientras estaba esperando a María.

–Hola! Erick, ¿Qué haces aun en el instituto? – Pregunto Valeria, con una expresión de preocupación.

–Mira, lo que sucede es que estoy esperando María para poder estar y hablar con ella– Trataba de explicarle, mientras veía que María estaba a punto de salir.

–Valeria, al rato te hablo ya que esta apunto de salir María– le decía mientras insistía en que la llamada se terminara en ese instante.

Ambos colgamos, y fui corriendo donde María, un paso ligeramente rápido y algo extenso a mi parecer, me encontraba a punto de pasar la cafetería del instituto y me encuentro a María buscando a Daniel. Sin embargo, no era una búsqueda particular, era una búsqueda exhaustiva, como si ella lo necesitara para algo más. Desde la parte de la cafetería se escondí para así no perder de vista el acontecimiento.

–¿será que le gusta?, ¿soy autosuficiente para ella?, ¿Por qué lo busca? – Eran una de las tantas preguntas que mi mente generaba al captar esos momentos de euforia en donde no sabia que sucedía. Aunque, sabia que en algo no me equivocaba, alguna de las respuestas debía de saciar mis necesidades.

Mientras me perdí entre las profundidades de mis delirios mentales, observé como María se besaba con Daniel, la búsqueda insistente era la búsqueda de la necesidad de un algo, María había perdido el amor por mí, pero la verdadera pregunta era ¿hubo amor? O ¿simplemente era mi ilusión en búsqueda de algo que estaba roto? Llenándome de impotencia entre mis pensamientos y la conjugación de la misma con la vista, me fui de ahí, corrí por mis cosas y María ya me había visto también corrió hasta el punto de alcanzarme en la portería del instituto.

Al borde del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora