C I N C O | D U L C E S S U E Ñ O S

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«Esa boca me estaba provocando falta de sueño»

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«Esa boca me estaba provocando falta de sueño»

Gato.

Después de varios días investigando este caso mediante artículos antiguos, crímenes cometidos, secuestros o desapariciones de personas que aún seguían sin encontrarse, me paré a pensar que esto no solo era un lugar donde la policía tenía puesta la mirada. Habían más cosas grotescas que seguramente pronto descubriría.

Miré fotos, muchas de ellas de eran antiguas y cuando quise percatarme de que hora era, me había fijado que apenas había pegado ojo en toda la noche.

Coloqué la última foto sobre las demás y miré la mesa llena de documentos.

Empecé a pensar que todas aquellas cosas eran solo la punta del iceberg, y que lo gordo se escondía en las profundidades de aquel lugar y de las mentes de esas personas que obligaban a los luchadores a hacer cosas que no estaban a gusto. Porque, lejos de que ellos mismos eligieran meterse dentro, era una forma de traficar con personas y, en este caso, traficaban con hombres, pero con una mecánica diferente, como era el boxeo clandestino.

Movía mucho dinero, muchas personas adineradas que se aburrían y no sabían donde gastarse su dinero, venían ahí a malgastarlo y a alimentar el monstruo.

Me sorprendí al conocer que toda esta mafia había comenzado desde mucho antes de los 80 y que, en cada país, había una lacra de estas. Todos ellos traficaban con hombres jóvenes hasta que cumplían los 40. Después de ahí no sabía que les ocurrirían, pero la imaginación era muy explícita.

El origen de todo no lo conocían ni siquiera la propia policía, quizás porque antes habían más corruptos en la ley y se la saltaban, camuflando todo lo que ocurría. Pero ahora era diferente y, costase lo que costase, estas personas que hacían daño a otras, pagarían bastante caro.

La puerta de mi piso sonó y me alarmé rápidamente, armándome con la pistola que tenía sobre la mesa y caminé con paso decidido hasta la puerta, escondiendo el arma en mis espaldas.

Y al abrir la puerta, me encontré con Carlo, con aquella seriedad en su rostro.

—Si vienes a preguntar si tengo algo interesante, será mejor que esperes unos días más —respondí.

Pero él negó con la cabeza y entró en mi piso sin darle permiso.

—Solo vengo a hacerte una visita como compañeros de oficio.

Arrugué mi frente pareciéndome extraño aquello, pero dejé que acaparase el lugar. Cerré la puerta, guardando el arma en un cajón y me acerqué a él, que miraba el problema de espacio que tenía sobre la mesa.

—Pensé que tendríamos que quedar en un sitio neutro.

Me crucé de brazos, mirándolo a los ojos y esperando una respuesta suya.

GATO: Deséalo y perderás [+18] ✔️ (COMPLETA)Onde histórias criam vida. Descubra agora