T R E I N T A Y C I N C O | A P O C A L I P S I S

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«Ponte a salvo, porque si te pasara algo mi libertad ya no existiría jamás»

Rhys.

El ascensor que nos llevaría al sótano donde, normalmente, se hacían las peleas, era completamente agobiante. Sentía que en cualquier momento ardería y la falta de aire era bastante incómodo para imaginarme lo que pasaría una vez abiertas las puertas.

Rhys estaba a mi lado, con sus guantes rojos puestos y con solo unos pantalones de boxeador junto con sus playeras, mientras que delante de nosotros se encontraba Venecia esperando que las puertas del ascensor se abrieran, como de costumbre.

A pesar del agobio, no quería que las puertas del ascensor se abrieran. Quería alargar esta estancia con Gato todo lo que pudiera, por ello me acerqué a él aprovechando que Venecia no nos miraba. Abracé con mis brazos el brazo izquierdo de Rhys y me pegué a él, sintiendo una vez más su calor corporal.

Temerosa de lo que pudiera pasar una vez aquellas puertas se abrieran, empecé a temblar y Rhys, al notarme el estado en el que me encontraba, se acercó a mí y besó mi frente con dulzura. Sabía que no podía tocarme con los guantes puestos, pero aquel gesto tan hermoso me bastó para bajar un poco mi nerviosismo, pero no lo suficiente para que mi mente se tranquilizara.

Habíamos hablado y mucho sobre lo de esta noche, pero nada lo igualaría para lo que podría ocurrir y ya podía imaginarme miles de escenarios apocalípticos y en todos ellos no acabábamos juntos.

Quería pensar que las cosas no iban a ser así, que el destino nos tenía preparado otra cosa. Pero no podía saber nada, nadie sabía nada del futuro, solo debíamos vivir el presente y en el presente haría lo imposible por salvarle.

—Nunca voy a olvidar todos estos meses que me has dado, Felina —susurró Gato, tratando de que Venecia no nos escuchase, pero estábamos en un ascensor y por muy bajo que hablásemos, lo escucharía.

No me importó, ya nos había visto en situaciones más incómodas.

Al mirar a Rhys, pude ver que parecía que se despedía de mí y lo odié. Odié cada palabra de esa frase y negué con la cabeza.

—No serán los únicos meses, Gato.

Él no me contestó, pero su gesto lo trasmitía todo. Estaba muy callado, algo completamente diferente en él, quien siempre me estaba diciendo frases obscenas o comentándome lo bien follable que me quedaban las faldas y los vestidos. No había ni rastro de ese Gato y sabía muy bien lo que pensaba. Que aquella tarde y noche en la casa de sus abuelos era nuestra última noche juntos. Pero si podía hacer lo posible porque no fuese así, haría todo lo que estuviese en mi mano.

Las puertas del ascensor se abrieron, haciendo que todos mis temores se hicieran realidad, más nítidos y el bullicio de gente, el ring y el calor de ese lugar, me invadieron de miedo.

El primero en salir fue Venecia, quien no nos volvió a mirar tras salir del ascensor y yo me quedé con las piernas clavadas en el suelo, sin conseguir que reaccionasen.

Rhys me tomó de la cintura, sintiendo la dureza del guante de boxeo en mi espalda y me guio hacia el ring. Por cada paso que daba, sentía que las personas me miraban a mí y mis temblores se hicieron notar todavía mucho más.

Lo miré desesperadamente y Rhys me buscó con la mirada. No hicimos ningún gesto más, no me volvió a tocar y menos, volvió a hablarme. Solamente me observaba y con la mirada me decía muchas cosas y todas ellas ya me las había dicho anteriormente, como en la casa de sus abuelos, días atrás, meses y minutos antes del combate, en su cuarto.

GATO: Deséalo y perderás [+18] ✔️ (COMPLETA)Where stories live. Discover now