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Enemy 

[Imagine Dragons]

Los exiliados, así eran llamados aquellos que no pudieron seguir el paso a la evolución de la humanidad. Lo que había comenzado como un futuro prometedor se había transformado en un gran desacuerdo social. El antiguo Gobernador Jae había descubierto una maravilla bajo la superficie: genisio, o lo que era igual a la mayor arma política nunca antes usada. Los planes principales habían sido conquistar naciones y extender el territorio, pero el gobierno no podía actuar de forma individual. Necesitaban el apoyo de la sociedad y que parte de esta se negara solo había atrasado "la evolución", como solían llamarlo. 

Así fue creada Exilium, una ciudad que albergaba a los exiliados y los apartaba del resto de la humanidad. El Gobernador Jae había decidido dejar atrás a todo aquel que no fuera capaz de cumplir sus deseos, había comenzado la primera guerra y debido a las bajas su cordura se había vuelto inestable. No quiso tomar medidas drásticas contra los rezagados -aún era un poco humano- así que solo había pedido que los que no fueran capaces de pelear por su nación, se alejaran y desaparecieran por completo de su vista. Muchas familias habían marchado juntas hacia un nuevo comienzo, uno en el que no dependieran de alguien como el Gobernador Jae. Habían construido una nueva nación que ahora era liderada por la familia Min, individuos pudientes que aún conservaban la razón. 

Los rumores decían que el abuelo Min había tenido un cargo muy importante en el parlamento, pero al negarse a la voluntad del Gobernador fue despedido y exiliado con el resto. Pero solo eran rumores, la familia Min no aparentaba nada más que liderazgo y conciencia en su manera de actuar. Ellos se habían encargado de proveer recursos para Exilium, así vivían en paz y lejos de la catástrofe que devoraba al resto de Corea. 

-Papá -llamaba una tierna voz desde el umbral de la puerta- ¿podemos ir al lago hoy? -El pequeño rubio mantenía un brillo en su mirada con la esperanza de que su padre se levantara de la silla y fuera hasta él para aprobar su petición. 

-Le pediré al secretario Kim que lo haga. -Respondió sin despegar la vista de su computador.

-Hm, está bien. -Mencionó tomando la perilla de la puerta para jalarla hacia él y así dejar de molestar a su padre. 

-Nos espera una gran aventura ¿no? -El secretario Kim había aparecido detrás de él. -Pediré que preparen algo para almorzar y después nos iremos. -Añadió dando una suave palmada en la espalda del pequeño. Así era siempre, su padre nunca tenía tiempo para él, pero se alegraba al saber que al menos tenía un amigo en ese lugar, aunque fuera un señor de treinta años. 

Luego de tomar la cesta de picnic, él y el secretario Kim salieron del gran edificio hacia la zona aislada, cómo solía llamarle Kim, ya que era el único lugar donde el padre del rubio nunca pondría un pie. El castaño tomo una esquina del mantel y lo alzó hacía arriba para luego extenderlo sobre el césped fresco, era lo único bello que podrían encontrar en las ruinas de lo que una vez fue la más grande potencia mundial.

-Pedí que preparan una tarta de piña, Aurora se esmeró mucho. -Decía el secretario mientras sacaba esta de la cesta, pero el rostro abatido del menor lo desánimo un poco. -¿Qué pasa? -El pequeño suspiró.

-Hoy es mi cumpleaños. -Kim sobó su espalda tratando de encontrar las palabras para explicar la falta de atención de su padre.

-Estoy seguro de que no lo olvidó, tal vez cuando lleguemos a casa encuentres un gran regalo. -Dijo animandolo un poco.

-Quería que viniera aquí conmigo hoy... pero es mejor, así puedo ir cerca d-

-No -interrumpió- es peligroso y que explicación daría yo. -El rubio lo miró haciendo ojitos, pues después de todo deseaba llegar a la cerca que los separaba de algo que era desconocido para él.

-Lo prometiste hyung, dijiste que cuando fuera un niño grande podría ir ahí. -Cruzó los brazos bufando un poco.

-Si, eso significa que dentro de otros mil años más. -Bromeó tratando de no reírse por la expresión del pequeño. -Hagamos esto, te acompaño, ves lo que quieres ver y estaremos de vuelta aquí.

A Jimin le pareció justo así que aceptó. Así, el pequeño Park tomó la mano del secretario de su padre y juntos caminaron hasta llegar cerca de la valla que separaba ambos lugares.

-Listo, no hay nada que no puedas ver en casa. -Habló sintiendo una presión en su mano, Jimin miraba hacía un lugar en específico.

Del otro lado había un niño, era casi de la misma estatura que el rubio, tenía tez pálida y cabello negro. Al secretario Kim se le hizo raro ver gente exiliada tan cerca de esa zona, pero ese pequeño no significaba gran amenaza.

-¿Por qué está ahí? -Cuestionó Jimin sin despegar su vista de aquel niño.

-No lo sé, pero será mejor irnos. No puedes relacionarte con él, por ningún motivo. -Advirtió con una expresión de seriedad, eso solo hizo que Park tuviera más curiosidad.

Del otro lado Yoongi apreciaba al castaño fijamente, como si lo escaneara para luego juzgarlo. Aunque el juzgado sería otro, pues había desobedecido a su padre yendo hasta ese lugar solo para saciar sus ansias de conocer aquello a lo que todos le tenían en Exilium.

-¿Cuántas veces tenemos que estar aquí, joven Min? -Habló una voz grave y profunda, lo suficiente para asustar al pequeño pelinegro y hacerlo resbalar del lugar en el que se había apoyado para ver mejor. -Su padre dio la orden de llevarlo con nosotros y encerrarlo por un días juntos a los niños del escuadrón.

Apenas terminó de hablar el alto hombre, Yoongi sintió pánico. El peor castigo que podría ponerle su padre era ese; estar una semana con los niños del escuadrón. Ninguno de ellos se le acercaba por temor a que su padre hiciera algo en su contra.

Suspirando, el menor tomó la mano del hombre y caminaron juntos de vuelta al campamento. Tal vez Exilium había dejado de ser la tierra prometida. Tal vez ahora Yoongi tenía que cargar con ese peso sobre sus hombros, tal vez el destino lo juntaría con aquel rubio para lograr algo nuevo y entrar en conflicto por su herencia. Tal vez.

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20 Songs Challenge [Terminada]Where stories live. Discover now