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Alone again

[Gilberth o'sullivan]

No era lo que pensaba, nada era lo que pensaba. Siempre había esperado lo mejor por que confiaba que había hecho las cosas bien. Ahora estaba ahí, solo.

Si pudiera retroceder el tiempo, lo haría sin dudarlo. ¿Qué cambiaría? A él y su forma de ser. ¿Se odiaba? Sí, por que no.
¿Quién no odiaría a alguien como él?

Recordar las veces en que sonreía feliz, le dolía. Las veces que fingía estar bien; cuando todo en su inteior ardía, le dolía. A quién engañaba, todo el tiempo le estuvo doliendo pero trató de ignorarlo. También ignoraraba aquellos pensamientos de que solo estaba siendo usado vilmente ¿y para qué?

Varias veces se dió cuenta, varias veces lo ignoró. Era feliz si al menos tenía su compañía, pero eso es lo que nunca tuvo. Por eso odiaba a la gente falsa, vaya que lo hacía...pero entonces se odiaba a si mismo.

Bastó con volver a ver los recuerdos que aquel idiota le dejó. Donde prometia muchas cosas, cosas que jamás llegaron; y si lo hicieron, lo hicieron de la forma más podrida posible. Ahora solo quedaba el y la sonrisa triste en su rostro, aquella que aún convencía a pocos de que estaba bien.

¿Tenía amigos? Pocos o eso creía. La desconfianza se había vuelto parte de el. Bueno, siempre estuvo pero ahora era como si pudiera ser lo único que mostraba. Entonces... hagamos un resumen.

Amigos, nadie. Felicidad, cero. Amor, ¿qué era eso?

-Recuerda, siempre estaré para ti ¿ok? No importa lo que pase, siempre podrás contar conmigo.

Sonrió una vez más y se miró en el espejo. Diablos, cada día empeoraba más. Esas ojeras, ese color de piel tan pálido. Se daba asco. ¿Cómo pudo descuidarse tanto? Exacto, nunca se procuró. Sin más, decidió lavar su rostro. El agua fría cubriendo su piel era lo mejor. Era lo único que le recordaba que seguía existiendo.

Decidió cambiar su ropa por algo más cómodo y poco casual. De menos hoy quería verse bien, era una ocasión especial. Peinó sus hebras rojizas y se colocó aquellos lentes que nunca usó. Una pequeña risa escapó de sus labios.

-Si que eres un idiota. -Habló.

Salió del baño y decidió ir a la sala. Revisó una vez más y no había nada. Como siempre. Ya estaba acostumbrado pero le dolía. Se recostó sobre la alfombra. La música de su banda favorita se reproducía sin recelo. Se sentía tan bien.

Miró el techo, aquel en donde escribió aquella vez miles de tonterías. Se abrazó a si mismo. No quería pensar en cada uno de los motivos por los que había hecho eso.

Buenos días.
12:39 am

Era lo único bueno que le quedaba. Lástima que tendría que dejarlo o lo pudriria como a él. Justo ahora necesitaba un cigarrillo, aunque nunca probó uno.

¿Por qué? No era momento para arrepentirse de cosas que nunca hizo. Eso ya lo había hecho y lo había superado. Esa palabra no existía en su diccionario pero el creía que sí. En fin.

Cuando la canción terminó, se levantó. Dió un último vistazo al mensaje.

-Buenos días, ¿que tal? ¿Cómo has estado?-Mencionó al aire y bloqueó el celular.

Se estiró un poco y caminó hacia su habitación. Tomó una hoja y se dispuso a escribir.

Hola

Espero que hayas tenido un buen día. Si es así, me alegro. Perdón por no haber respondido antes, sabes que siempre estoy ocupado. Quiero que seas muy feliz.

Cuidate.

Al menos había sido pátetico hasta el final. Clásico. ¿Pero que más podía añadir? Así es como era realmente. Estúpida la persona que no supo aprovechar cuando sacó su lado más atento. No era cosa de siempre. Lástima que no pudo mostrarselo a quién realmente encontraría algun día y lo haría feliz. Daba igual, nunca sabría las verdaderas intenciones de esa persona. Vaya que le habían visto la cara completamente.

-Pudrete. -Habló cuando el rostro de aquél vino a su mente.

Se estaba volviendo loco, quizá.

Ahora todo estaría mejor. Pensó en él y nadie más. Así justificaría que la causa de todo había sido él, pues tampoco le iba a dar el gusto a las estúpidas personas que abusaron de su confianza.

Dejó la pequeña nota cerca de su lámpara en la mesa de noche. Fue al patio trasero. Miró una vez más aquel cielo oscuro, el sol siempre lo volvía ciego. Detestaba eso.

Unos pocos minutos después entró de nuevo a su pequeño apartamento. Fue a su lugar favorito, el closet. No llevó nada más que aquel botesito blanco. A decir verdad, esperaba que su cobardía lo salvara de esta. Pero no, justo ahora su valentía salía a la luz. Ni modo.

Lo abrió, lo olió; por que seguía siendo un estúpido que le causó risa, luego de mirar un poco aquella forma blanca, no lo pensó más.
Tomó lo que cabía en su puño. Aguantó la respiración y lo introdujo a su boca. Nunca había hecho algo como eso y se sentía pátetico. Cerró los ojos con fuerza. Le costó un poco pero al final logró deglutir esa asquerosa cosa.

Solo quedaba esperar.

Sintió como de a poco su cuerpo se adormecía, se recostó en pocisión fetal y cubrió su cabeza. Estaba feliz, por fin sentía paz. Le agradaba la forma en que no podía recordar nada. Por que eso era lo mejor. ¿O no?




20 Songs Challenge [Terminada]Where stories live. Discover now