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Magic Shop

[BTS]

Park Jimin.

Su vida estaba destrozada. A sus cortos dieciocho años, tenía más problemas que vida.
Luego de que su padre los abandonara y su madre pasara a perderse en la adicción, no le quedaba de otra que ver por él y su pequeño hermano. Había abandonado sus estudios para dedicarse a buscar un empleo. Hasta el momento todo había ido de mal en peor. Que irónico.

Sonrió con falsedad. -Eso es todo. Largo. -Lo habían despedido por ¿sexta? vez, ya había perdido la cuenta en realidad. Tomó el pequeño sobre con su paga del mes y salió de la fría oficina. Ni siquiera le dió las gracias a su ex jefe. Ya estaba acostumbrado a escuchar el mismo discurso.

Se detestaba. Si tan solo fuera más alto, fuerte y con facciones menos aniñadas, todo sería mejor. Se odiaba. No era capaz de hacer algo bien.

Llegó a casa y vió a su madre de nuevo perdida en aquella botella. Pasó de largo hacia su habitación, ignorando todo. Luego de cambiarse a algo más cómodo; tomó su mochila y volvió a la primer planta. Fue a la cocina y tomó una manzana, era lo único comestible ahí.

Llegó a donde su madre estaba y le arrebató la botella.

-¿Q-qué haces? -Habló la señor Park con dificultad.

-Te dije que no volvieras a hacerlo. -Mencionó mientras se llevaba la bebida a un lugar en donde su madre no pudiera encontrarla después. -Perdí todo contacto con papá. -Habló y su madre solo chasqueó la lengua.

Jimin rodó los ojos y se dirigió a la puerta. Antes de salir miró sobre la mesa a lado de esta, ahí estaban las facturas del mes. Había que pagar los servicios nuevamente. Estaba harto.

Tomó el pequeño abrigo azul que yacía colgado en el perchero frente a él, además de un paraguas, pues parecía que llovería pronto. Salió de su casa y caminó hasta llegar a aquel lugar en que sus temores desaparecían.

-¡Hyung! -un pequeño pálido corría hasta él. -Mira hyung, lo dibuje yo solito. -Decía mostrándole una hoja blanca en la que se podían observar algunos garabatos.

-Te quedó muy bonito Yoonie. -Le sonrió y lo alzó en brazos.

-Eres tu, hyung. Este de aquí -señaló un rayón de color amarillo- Tienes tu mochila así como ahora. -Sonrió mostrando sus encías. A Jimin se le derretía el corazón. Las ganas de llorar incluso se apoderaban de su pobre alma.

Su pequeño Yoongi era lo único bueno en su vida de porquería. Gracias a él seguía dandolo todo día con día. Teniendo ese pensamiento, lo abrazó contra su pecho. Estaba decidido, saldría adelante y se aseguraría de que su hermano no conociera el lado cruel de la vida.

Luego de despedirse de la maestra, Jimin le colocó el abrigo que cargaba siempre, le amarró bien los cordones de sus zapatos y tomó su manita para salir del cálido lugar.

-¿A dónde quieres ir hoy? -Cuestionó una vez que caminaban cerca del parque.

-A donde hyung quiera. -Apretó su mano y Jimin volteó a verlo. Ambos sonrieron.

-Vayamos a comer entonces.

-¡Sii! -Ahora el pálido estaba más que feliz.

Luego de eso, la vida para ellos fue más sencilla. Ese día no volvieron a casa, al contrario, fueron a un lugar mejor en el que ahora todo estaba bien. Ambos eran felices. Jimin por fin podía cuidar de Yoongi como era debido. Por que se habían encerrado en un mundo en el que ahora solo existían ellos dos.

Eran la salvación del otro y así estaba bien.

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20 Songs Challenge [Terminada]Where stories live. Discover now