UNO

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La puerta de la panadería se abrió dejando que el aire frío de la noche se colara dentro. Kento despegó la mirada de su no tan reciente volumen de la Shonen Jump para ver quién entraba al local. La sonrisa automática, esa que estaba reservada para los clientes habituales, se desvaneció de su rostro de inmediato, mientras el chico más extraño al que había visto nunca atravesaba la tienda a grandes zancadas. 

 A menudo, Kento se decía a sí mismo que poseía un buen juicio y que podía determinar que tipo de persona tenía enfrente con un simple vistazo: Lentes de sol sobre la cabeza y ropa de diseñador, era igual a alguien frívolo, quizás se trataba de un niño rico que estaba de paso por el pueblo.

 —Quiero algo dulce, como cuarenta cucharadas de azúcar en tu café de la mañana —exclamó, con demasiada energía para lo noche que era—. ¿Qué me recomiendas? 

 Kento arqueo una ceja, no estando seguro de si el chico frente así estaba bromeando, o no. Hoy en día, este niño mimado bien podría estar grabando todo con su iPhone, y la panadería no le pagaba lo suficiente como para terminar siendo el hazmerreír de todo Internet.

—No estoy seguro de cuan dulce sabe eso, pero no creo que tengamos nada que cumpla con tu requisito —respondió.

El chico frente a él resopló e infló las mejillas en un puchero.

—¿Puedo ofrecerte algo más?

—Elegiré sólo viendo, gracias —le respondió con una sonrisa mientras tomaba una charola y unas pinzas.

Kento asintió con movimiento de cabeza y fingió que volvía a leer su revista, pero en realidad siguió observando al muchacho, que ahora agarraba dos piezas de cada pan que había. Se estaba tomando su tiempo, mirando los panes con mucha atención, como si sus ojos (increíblemente azules, por cierto) tuvieran alguna especie de poder mágico que le decía todo lo que debía saber, para que eligiera solo lo mejor.

El chico siguió sonriendo y mirando con atención, como Kento envolvía los panes rellenos en papel seda, para después colocar todo en una bolsa de estraza.

—Deja ese me lo comeré ahora —pidió.

Kento asintió y mientras digitaba los precios en la registradora, observó de reojo cómo el muchacho se relamía los labios antes de la primera mordida y como su rostro se iluminó de regocijo en cuanto el pan cumplió con sus expectativas.

—Son 844¥.

El muchacho lo miró sorprendido, Kento se preguntó si se debía al precio o si, por el contrario, el relleno de chocolate le había hecho olvidarse de que estaba comprando pan.

Lo observó meter el último pedazo a su boca, con prisa, lamerse los restos de chocolate de los dedos y limpiarse sobre su costoso suéter de punto, al final, extrajo del bolsillo trasero de su jeans, una lujosa billetera de cuero, que apenas si tenía suficiente dinero para pagar.

—Gracias —dijo el muchacho con una sonrisa y un guiño.

Kento se forzó a no poner los ojos en blanco y respondió entre dientes, al otro no pareció importarle, ya que salió de la tienda sin hacer más comentarios. Se dio cuenta entonces de que, afuera, había un lujoso auto negro esperando.

«Niño rico», pensó de nuevo.

Como si supiera que seguía mirando, el muchacho volteó sobre su hombro y se despidió de nuevo con un gesto de mano. Kento no respondió, en cambio, se acomodó otra vez en su asiento y retomó su volumen de la Shonen.

Al poco rato, Kento ya se había olvidado del extraño de cabello blanco y ojos azules. Después de todo, personas como él, aparecían solo una vez en la vida.

Falling for U #1: Días de Enero [NanaGo] [Jujutsu Kaisen]Where stories live. Discover now