ONCE

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Había dos cosas que cualquier persona que conociera a Satoru Gojo aceptaría como verdades absolutas. La primera: que era gay, muy gay; la segunda: detestaba estar solo.

Ocupado maldiciendo a sus padres y a su ex-novio, no se había detenido a pensar en que haberse mudado a Aikagawa significaba ir a una nueva escuela, en la que estaría sólo. En el momento en que la idea de preguntarle a Yu y Nanami en dónde estudiaban cruzó por su cabeza, Satoru ya estaba atrapado entre los muros de la preparatoria Hokkaido Kutchan, bajo su estricta política anti celulares.

En otra vida, le habría importado poco, pero ahora estaba decidido a demostrar que no era una manzana podrida: planeaba respetar las reglas y no meterse en problemas, lo cual sería una cosa fácil, ya que la dirección había puesto sobre aviso a los profesores, que mantendrían a Satoru bajo una estricta vigilancia (o al menos tanta como una escuela pública podía ofrecer).

Al comienzo del día las cosas marcharon bien, Satoru se presentó frente a la clase y sus compañeros fueron amables con él, pero, durante el tercer periodo, todo se fue al traste cuando la profesora de matemáticas le preguntó sobre el famoso Colegio Jujutsu de Tokio; una escuela que además de religiosa, era muy costosa, sólo la crème de la crème, la élite (la de Japón y también la del resto del mundo) podía permitirse pagar una academia como esa.

Por supuesto que después de eso las miradas simpáticas y la buena voluntad se acabaron por completo. Satoru ya lo esperaba, por ello su estrategia consistió en omitir la información sobre el colegio de dónde venía y desviar toda la atención hacia su apariencia: el cabello blanco, los ojos azules, su altura, todo producto de una rara enfermedad genética que lo dejaría ciego algún día, aunque claro, no había dicho eso último. No necesitaba la lástima de nadie.

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Satoru no estaba del todo seguro como se había metido en ese lío.

En un momento caminaba hacia el club de cocina, entonces vio que un grupo de estudiantes intimidaba a alguien de primer año y al siguiente, estaba tendido en suelo, a punto de recibir la paliza que quizás recordaría durante todo el tiempo que le quedaba de vida.

Eran cinco contra uno, Satoru no tenía oportunidad, aunque intentara defenderse. Aunado a eso, seguían en el terreno de la escuela, por lo que con la suerte se cargaba, era probable que un profesor lo viera si se atrevía a levantar una mano y fuera el que recibiera el castigo en lugar de los demás.

—Oye Jogo, ¿Cuánto crees que nos darán por estas gafas? —dijo uno mientras le quitaba de la cabeza sin ningún tipo de cuidado.

—Espera, necesito esas —Satoru dijo dubitativo.

—Ah, claro, tu rara enfermedad ocular —se burló el tal Jogo poniéndose las gafas, antes de que alguien más se las quitara para jugar con ellas también.

Otro más se arrodilló frente a él, le sujetó la cara con fuerza, una sonrisa malvada apareció en su rostro.

—Eres bastante lindo —dijo—. Quizá podamos divertirnos contigo.

«Repugnante», pensó Satoru, aunque a juzgar por la patada que recibió en las costillas era probable que lo dijera en voz alta.

Hubo más golpes luego de eso, Satoru estaba listo para mandar todo a la mierda y defenderse, pero entonces alguien apareció, en un movimiento apenas perceptible, tiró del cabello de uno de sus agresores y lo derribó de un solo puñetazo.

—¿Mahito, alguna vez aprenderás? —dijo el recién llegado al hombre que había derribado.

Uno de los tipos, al igual que el mismo Satoru, pareció reconocerlo, sin embargo, mientras que él se quedó allí, medio hipnotizado por lo que estaba viendo, el tipo se echó a correr, Jogo le gritó que volviera.

—Estás loco si crees que alguien querría pelar contra el Destello Negro de la preparatoria Hutchan.

—Oye tú, no me llames así —estaba claro que era una advertencia.

El pobre tipo que prácticamente se estaba cagando de miedo se disculpó, ayudó a Satoru a ponerse de pie, le devolvió sus gafas y se fue.

—¿Alguien más quiere un golpe? —dijo el Destello Negro, o Nyanami, como Satoru lo había agendado.

—Te haré morder el polvo —bramó intentando tomar desprevenido a Nanami; sin embargo, en un único movimiento, el aludido no sólo evitó el golpe, sino que también derribó a Mahito con una patada.

—¡Fuera! ¡Y si vuelven a molestar a Ijichi llamaré a los demás!

Jogo, y el tipo a quien llamó Hanami, arrastraron a Mahito a la fuerza y se esfumaron en un santiamén.

No fue hasta que estuvieron lejos que Nanami lo miró.

—¿Estás bien, Satoru? —le preguntó poniendo sus manos sobre su hombro.

—Me duelen las costillas, pero creo que sí. —Nanami lo miró con atención por un momento y luego comenzó a alejarse.

Satoru tardó solo seis segundos en seguirlo e intentar preguntarle sobre ese apodo tan peculiar que tenía; Nanami suspiró, dijo que debió dejar que Hanami lo dejará inconsciente.

Satoru eligió no tomar el comentario como una ofensa personal.

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Falling for U #1: Días de Enero [NanaGo] [Jujutsu Kaisen]Where stories live. Discover now