VEINTINUEVE

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El olor a chocolate caliente fue lo que despertó a Satoru esa mañana. Al principio, entre el espacio distinto al que se había acostumbrado y el cálido cuerpo de alguien que dormía a su lado, se sintió un tanto desorientado. Sin pensarlo demasiado, se arrastró fuera de la cama, caminó hasta la cocina, en dónde reconoció a Misato Kuroi, la mejor amiga de su madre (y también su asistente), preparando el desayuno.

—Si vas a querer huevos, dilo ahora, Satoru.

—Lo que quiero es chocolate —respondió bostezando—. ¿Mi madre está aquí?

—Tiene la agenda llena, así que se fue temprano. Te verá en la comida como acordaron.

Satoru murmuró una respuesta monosilábica, Misato le dio un vistazo por encima del hombro antes de seguir con lo suyo. No le sorprendía que su madre no estuviera ahí, hacía mucho tiempo que se había acostumbrado a su ausencia, sólo teniendo oportunidad de verla cuando agendaban una cita para la comida, o la cena, pero tenía que admitir que estaba un poco decepcionado.

Saeko no era una mala mujer, o una mala madre, Satoru sabía que ella lo intentaba, se estaba esforzando en mejorar su relación y siempre era quien lo defendía cuando se metía en problemas gordos (como ser atrapado robando en una tienda).

Ella confiaba tanto en él y a cambio Satoru sólo le había fallado.

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Cuando Satoru insistió en prestarle algo de ropa para el encuentro con su madre, Kento pensó que estaba exagerando; sin embargo, apenas puso un pie en el vestíbulo del restaurante, comprendió que tenía razón y agradeció por haberle hecho caso, a pesar de que aún se sentía como un pez fuera del agua en medio de todo ese lujo.

La señora Inoue, según lo que Kuroi le había explicado en el auto, fue una top model de talla internacional, que ahora era la directora general de Vogue Japan e inversionista mayoritaria de una importante agencia de Idols. No creyó que fuera algo muy impresionante, hasta que la vio esperando a su hijo. A pesar de que tenían ambos brazos apoyados en mesa, y que un mohín infantil (que le recordaba mucho a Satoru) adornaba sus labios, Kento pudo ver la belleza y el porte de una modelo.

—¡Corazón! —dijo animada, levantándose para recibir a su hijo.

Satoru estuvo a punto de darse la vuelta e irse, pero Kento le dio un pequeño empujón hacia delante.

—Sé bueno con tu madre, Gojo —le susurró.

Escuchó a Satoru maldecirlo antes de poner su mejor sonrisa alcanzar a su madre.

Hubo saludos, presentaciones, preguntas comunes e incluso una propuesta de trabajar como modelo, que Kento no consideró ni por un momento. Entre revisar el menú y esperar a que les sirvieran, hizo su mejor esfuerzo por parecer educado, mientras que al mismo tiempo hacía lo posible por evitar acaparar la conversación que Satoru intentaba dirigir hacia él. La señora Inuea lo notó también, pero ella parecía más dispuesta a darle un pequeño respiro, sin embargo, en cuanto sirvieron el plato principal, el ambiente de la mesa cambió por completo, con una sola pregunta.

—¿Qué fue lo que pasó, hijo?

Kento observó a su amigo removerse en su asiento, incómodo, comenzó a hablar sobre todo lo que pasó, también a disculparse. Ella miró a su hijo un poco más amable, debajo de la mesa, él puso una mano en la rodilla de Satoru para hacerle saber que estaba ahí.

—En resumen —dijo Satoru lamiéndose los labios—. Geto tuvo una terrible pelea con su padre y luego se molestó conmigo. Así que le robó el dinero y ese reloj familiar invaluable y dijo que había sido yo.

—Satoru —suspiro Saeko antes de tomar su copa de vino—. Pudiste decirle a tu padre.

—No tenía caso —Satoru negó con la cabeza—. Porque le robé todo eso a Suguru.

Tanto Kento, como Kuroi y la misma señora Inoue, se atragantaron con sus respectivas comidas.

—¡Satoru Gojo!

—Todos creyeron que lo hice, así que al final lo hice —admitió—. No estoy orgulloso, puede que haya sido la peor idea que he tenido, pero ya sabes lo que dicen: ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón.

—¿Dónde está el reloj?

—En tu caja de seguridad, mamá.

—¿Qué hiciste con el dinero?

—Lo he estado gastando, para comprar celulares de segunda mano y pan.

—¿Pan?

—Sí, pan. La panadería en la que Nanami trabaja hace el pan más delicioso que he comido nunca. —Satoru le palmeó la espalda, Kento sólo pudo sonreír debido a la incomodidad, por fortuna, la señora Inoue ni siquiera lo volteó a ver.

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La comida terminó sin ningún percance. Al final de la conversación, Satoru se sintió aliviado de decirle la verdad a alguien que le creyera.

Su madre dijo que se encargaría de devolver el reloj, pero que no podía hacer más por él, salvo proporcionarle algo de dinero extra; Satoru lo rechazó, quería jugar bajo las reglas y condiciones de su padre. Ella pareció complacida con su respuesta y así, se despidieron de buena manera, con la promesa de reunirse de nuevo pronto.

—Deberías aceptar su oferta de modelaje, Kento —dijo Satoru mientras esperaban un taxi fuera del restaurante, pues Misato se había ido con su madre.

—Supuse que estaba bromeando.

—Mi mamá nunca bromea —Satoru sonrió—. Te iría bien, en especial con tu rubio natural, en poco tiempo podrías ganar suficiente dinero como para no tener que preocuparte por la universidad. Piénsalo.

Un taxi se detuvo frente a ellos y detrás de este un auto que a Satoru le pareció familiar, pero que de todas formas ignoró con tal de irse por fin, sin embargo, Kento le hizo señas para que volteara de inmediato.

Cuando lo hizo, se encontró con que la familia Geto estaba entrando al restaurante, eso explicaba el porqué el auto le pareció familiar, pero no le decía nada sobre porque Kento se veía pálido y asustado, como si hubiese visto al diablo mismo caminando por la calle.

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Falling for U #1: Días de Enero [NanaGo] [Jujutsu Kaisen]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora