Falling for U #1: Días de Enero [NanaGo] [Jujutsu Kaisen]

TREINTA

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Kento no consiguió dormir en toda la noche, sin importar cuánto lo intentó. Incluso, tuvo que levantarse e ir a la sala con tal de no despertar a Satoru que dormía a su lado. Quería creer que era una mentira, que había visto mal, y estaba confundido, pero sabía, en el fondo de su corazón, que no se equivocaba.

Pero si no se equivocaba, significaba que tenía que decidir qué hacer con la información, a quién decirle y sobre todo, cómo hacerlo, las cosas que sabía ahora, y las que le faltaba por averiguar eran tan delicadas, tan graves que pondrían de cabeza todas sus vidas.

—Satoru, despierta —susurro Kento sacudiendo el cuerpo de su amigo, necesitaba hablar con alguien porque ya no podía manejar todo por su cuenta y Satoru, a pesar de que no lo parecía, era bueno tomando decisiones rápidas, aunque estás a veces lo llevaran a ser enviado a Hokkaido como castigo.

—¿Nanami? ¿Qué hora es?

—Más de las cuatro de la mañana. —Satoru gruñó por lo bajo, se giró para volver a acomodarse y dormir. Kento volvió a sacudirlo—. Satoru necesito que me hables sobre la madrastra de Suguru.

El muchacho murmuró algunas cosas inteligibles, luego su respiración se volvió tranquila y acompasada, Kento creyó que lo había perdido de nuevo, pensó en dejarlo dormir, pero entonces Satoru sí que despertó.

—Repite lo que dijiste —demandó mientras se apoyaba sobre sus codos.

—Necesito que me digas todo lo que sepas sobre esa mujer y el padre de Suguru.

—¿Por qué?

Kento se mordió el labio inferior, tratando de decidir si era pertinente contarle a Satoru. Choso no apreciaría que revelara sus secretos, pero después de pensarlo llegó a la conclusión de que podía lidiar con las consecuencias cuando llegaran.

—Esa mujer es la madre de Choso.

Hubo silencio, Satoru se dejó caer en la cama de nuevo, y entonces se echó a reír, Kento estuvo a punto de regañarlo, pero se dio cuenta de que era una risa nerviosa.

—Mierda —dijo Satoru—. Está bien, te contaré y luego me dirás que quieres hacer.

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Suguru miró la hora del reloj en la pantalla del aeropuerto y suspiró. Llamaba treinta minutos tarde, al lugar en donde Satoru y su amigo de la panadería lo estaban esperando. Tuvo que recordarse que no acordaron verse por algún retorcido plan de venganza que él o su ex pudieran tener, no, esto era por el niño que estaba medio dormido en sus brazos.

—Yuji, despierta —pidió amable, pasando una mano por el cabello del niño, quien se removió, bostezo y se frotó los ojos antes de mirar a su alrededor.

—¿Vamos a viajar? —preguntó.

—No, pero hay alguien que quiere verte —dijo Suguru, Yuji lo miró con curiosidad—. Están por allá —añadió señalando en una dirección—, si no quieres verlo, podemos irnos, sólo tienes que decirme.

Suguru observó cómo el niño buscaba a su alrededor lo que quería que viera, con tanta gente, era normal que no lo reconociera, pero cuando lo hizo, su rostro se iluminó de felicidad.

—¡Vamos, hermano Sugu! —demandó el pequeño, Suguru intentó no parecer demasiado sorprendido por la forma en la que Yuji lo había llamado.

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Kento llegaba tarde a su cita, aunque en realidad no estaba seguro de que hubiera una.

Choso no le había respondido ningún mensaje. Kento eligió pensar que tal vez no tenía datos, en lugar de que la posibilidad de que no quería responderle se comiera sus nervios. Se sintió aliviado cuando lo vio sentado en su banca favorita, mirando a su alrededor, con expresión preocupada, mientras jugueteaba con su collar en señal de nerviosismo.

Kento se detuvo un momento, sólo para asegurarse de que de verdad quería decirle que había encontrado a su hermanito, pero entonces, Choso se dio cuenta de que ya estaba ahí y se acercó a él.

—Hola, siento llegar tarde, el vuelo se retrasó un poco —le dijo.

—Está bien, ya estás aquí —Choso le rodeo el cuello con los brazos, mientras que Kento lo abrazó por la cintura, decidiendo que iba a darle una buena cita ese día y mañana se preocuparía por lo demás.

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