VEINTISIETE

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Lo que hizo Suguru al despertar fue revisar su Instagram y, cuando lo primero que apareció en su feed fue la cara de Satoru, maldijo por lo bajo, recordando que se había quedado dormido mientras lo stalkeaba, sin embargo, la foto que vio era de apenas unos minutos atrás. Estaba apoyado sobre el hombro de alguien; tenía la bufanda mal puesta, la nariz roja por el frío y la mirada cansada, como si le faltaran un par de horas de sueño, pero todavía sonreía.

Se veía tan feliz, que Suguru tenía ganas de golpearlo en la cara.

Cuando Shoko le dijo que lo habían mandado a Hokkaido como castigo, esperaba que lo pasara muy mal y así ha sido al principio.

Satoru le envió texto tras texto quejándose, grabó notas de voz llorando y pidiéndole que dijera la verdad porque no quería estar en Hokkaido solo, e incluso le dejó mensajes en el buzón de voz rogando que no lo dejara.

De la nada, la comunicación unilateral se detuvo un día. Ya que no podía permitir que se le escapara de las manos como todo lo demás en su vida, fue hasta Hokkaido, sólo para que el panadero le cuidara la espalda y Satoru tuviera la fuerza para plantarle cara.

Aun sabiendo que su humor empeoraría luego de ver las historias, dio clic en la foto de perfil.

En la primera, había una fotografía de Satoru en un autobús, sólo se veía parte de su cabello, pues el foco eran sus nuevos amigos, que dormían abrazados a sus mochilas. En el fondo también salían un par de desconocidos cuyas caras fueron reemplazadas por emojis.

Había un vídeo en la segunda, en el que Satoru estaba probando un filtro de maquillaje en la cara de su amigo de la panadería, hasta que el chico despertó y le pidió que dejara de molestar.

Otro video en la última historia, en el que aparecía mirando por la ventana, sobre la que había un texto que decía "Nyanami dijo que no puedo usar su hombro para dormir." Estaba tan inmóvil que por un momento pensó que en realidad era una foto, de no sé por qué alguien, que parecía estar detrás de la cámara, preguntó si ya podía dejar de grabar, a lo que Satoru respondió: ¡Nyanamin, no arruines el ambiente!

Fastidiado Suguru se arregló y bajó a buscar algo para comer. Su mal humor pronto se disipó cuando encontró a su hermano mirando la cocina desde la puerta sin atreverse a entrar. Le indicó que se adelantara al comedor, el niño, como siempre, se limitó a asentir con la cabeza.

En la cocina le pidió a Chinatsu, la empleada doméstica, que les sirviera el desayuno, mientras que él tomó la jarra de jugo fresco y un par de vasos. Una vez en el comedor ayudó al pequeño a subirse a su silla, le sirvió un vaso de zumo, luego volvió con Chinatsu para ayudarle a llevar los platos a la mesa.

Comieron en silencio, aunque cada cierto tiempo, Suguru miraba a su hermano, preguntándose si él le hablaría alguna vez. Tenía tres años apenas, mucho de lo que decía no se le entendía bien, aun así, lo había escuchado hablar con su madre, sus juguetes, los perros de los vecinos, pero nunca con él. Justo cuando estaba a punto de preguntarle por qué, la mujer de su padre y la madre del niño, decidió acompañarlos.

Suguru alguna vez intentó ser agradable con ella, pero ahora la observó con desprecio, ya que como cada mañana, desde hacía varias semanas, apareció con el maquillaje de la noche anterior corrido por todo la cara y apestando a porros, alcohol y sólo dios sabe qué otras cosas más. Koori, o cómo quiera que se llamará la mujer, se zampó un vaso de jugo de naranja y luego encendió su primer cigarrillo del día.

—No puedes fumar en la mesa.

—No tienes que ayudar a Yuji a comer —respondió soplando humo en cada palabra.

—Tienes razón, pero su madre es incompetente —gruñó y se arrepintió de inmediato cuando su mirada se encontró con la de Yuji.

—Adornaré eso un poco cuando le cuente a tu padre —ella lo amenazó.

Suguru la ignoró, pensando en que encontraría la forma de destruirla a ella también.

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Falling for U #1: Días de Enero [NanaGo] [Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora