VEINTIDÓS

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Kento se sintió en una especie de déjà vu en cuanto un grupo de chicos enfundados en ropa de alta costura entró a la panadería alrededor de las tres de la tarde. Sin embargo, a diferencia de la primera vez, en esta ocasión sabía de quiénes se trataba, pues Gojo (que estaba escondido en la cocina con Yu en ese momento) le había advertido que su ex y dos de sus amigas (una no lo era) estaban por llegar a buscarlo, y que, bajo ninguna circunstancia debía decirles dónde encontrarlo.

Si tenía que ser honesto, Kento no tendría problema en admitir que sentía curiosidad por la vida de Satoru en Tokio y las razones que lo habían llevado a ser castigado por sus padres, siendo enviado a Hokkaido. Pero, luego de ese encontronazo con el señor Gojo, había comprendido que era un tema delicado del que su amigo no quería hablar y decidió no molestarlo con eso (aunque Haibara y él tenían algunas teorías al respecto que esperaban poder comprobar algún día).

—Hola, ¿eres Nanami, cierto? —dijo el chico acercándose hasta el mostrador, justo como Gojo hacía todo el tiempo.

—¿Nos conocemos? —preguntó poniendo su mejor cara de póker.

—No. Pero creo que conoces a mi amigo, Satoru.

—No lo conozco.

—Vamos, el Instagram de Satoru está lleno de fotos de ustedes dos, el chico pomerania y el zombi —dijo una de las chicas. Por el cabello blanco, Kento pensaría que era familiar de Gojo, primos, si no es que hermanos, pero tenía la sensación de que era una idea errónea.

—Y no lo conozco —Nanami sonrió—. Sólo nos paga por esas, nadie en su sano juicio sería amigo de un... personaje como él.

—Soy su mejor amiga, de hecho —dijo la otra chica, ofendida.

Kento se encogió de hombros, restándole importancia.

—Entonces, debo suponer que no sabes dónde vive —dijo el chico, le estaba sonriendo, pero Kento reconocía la advertencia, la amenaza velada en su mirada.

—Sé dónde vive —dijo—. Pero me pagó lo suficiente para no decirte.

Kento intentó no inmutarse cuando una charola se cayó en la cocina, sin embargo, notó que los otros tres lo miraban con sospecha.

—Mi amigo el pomerania es un poco torpe —dijo—. ¿Qué se te cayó Yu? —agregó cuando no parecieron convencidos.

—¡Nada importante Kento! ¡No te preocupes!

Las chicas se rieron por lo bajo, aunque el chico frente a él no parecía convencido en lo absoluto

—Entonces, Nanamin ¿De cuánto estamos hablando?

—8 mil.

El chico se burló, como si eso fuera demasiado poco, Kento pensó que tal vez debió pedirle 15 mil, pero no sabía quiénes (además de él) sabían que los padres de Satoru le habían reducido sus ingresos y no podía arriesgarse de más.

🥐🥐🥐

—Ya puedes salir, Satoru.

El muchacho salió de la cocina con la cara larga, disgustado con la mala imagen que le había dado, aunque estaba seguro de que esos tres amigos suyos ya conocían la peor parte de Satoru Gojo.

—Sé que te dije que fuera una basura con Suguru —dijo Satoru—. Pero mierda, Nanami, no te creía capaz de eso.

—Soy capaz de cualquier cosa, Satoru —admitió Kento con una pequeña sonrisa—. Siempre y cuando mi moral no se vea comprometida, tu novio no necesitaba este dinero de todos modos.

—Muy gracioso, Kento —Satoru puso los ojos en blanco—. ¿Se lo darás al tuyo?

—Ken, ¿a dónde los mandaste? —preguntó Yu emergiendo de la cocina como si alguien lo hubiera espantado.

—Con Toji.

—¡Kento!

🥐🥐🥐

Satoru estaba sentado sobre el mostrador (a pesar de que Yu y Kento le advirtieron que no podía estar ahí) cuando Suguru volvió a la panadería un par de horas después. Lo esperaba, a sabiendas de que volvería porque no podría quedarse tranquilo luego de haber sido engañado.

—Hola, Suguru. ¿Te divertiste con el señor Fushiguro?

—¿Qué diablos te pasa? —gruñó Suguru—. Ese tipo acaba de robarle a mi familia una buena cantidad de dinero y me dejó sin efectivo para regresar a Tokio.

—Nah, estoy seguro de que Shoko y Mei Mei pagarán tu boleto.

—¿Cuál es tu problema? —repitió Suguru—. Yo vine aquí para hablar como querías, ¿y esto es lo que me haces?

—La cuestión es que ya no quiero hablar contigo y no te pedí que vinieras.

—Sato... —Suguru intentó tomar las manos de Satoru, pero este aprovechó que seguía sentado sobre el mostrador para patearlo y alejarlo.

—Se acabó —dijo, decidido a no dejar que su ex siguiera arruinado su vida—. Suerte con tu regreso a Tokio.

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Falling for U #1: Días de Enero [NanaGo] [Jujutsu Kaisen]Where stories live. Discover now