16. Un Tonto Soñador

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En ocasiones, suele ocurrir que un evento o una fiesta comienza aburrido, pero conforme la gente va entrando en confianza, el ambiente mejora mucho y se puede pasar un buen rato.

Ese no era el caso de la fiesta del club campestre.

Jonathan estaba muy seguro de que la banda de jazz ya había tocado la canción de los créditos de Buscando a Nemo unas tres o cuatro veces.

Por lo menos Dio había tenido razón en lo de que la comida y bebidas eran buenas, sin mencionar el hermoso atardecer que se podía apreciar más allá del lago con veleros y las pequeñas colinas del campo de golf.

Jonathan se había levantado de la mesa para estirar las piernas un rato y alejarse un poco de la tediosa música y las risas falsas de la multitud. Para su sorpresa, algunos viejos conocidos de su padre se habían acercado a saludarlo y preguntarle cómo le iba, gente que no había visto en años.

Se paró a observar el lago recargado en una pequeña cerca de madera, con una copa de champaña en la mano. Se había puesto un poco melancólico al ver a los amigos de su padre. Estaba pensando mucho en él, en su infancia, incluso en su perro Danny. Había sido muy feliz en esas épocas, sobre todo luego de que no tuviera que pasar sus días jugando solo, con la llegada de Dio...

—¡Hey! Me preguntaba dónde estabas

Y hablando de Dio. Jonathan se dio la vuelta para ver al abogado caminando haca él.

—¿Qué pasa?— preguntó Dio —¿Te diviertes?

—En realidad no— respondió Jonathan, con un tono burlón —Pero no sé por qué no puedo decirte que no

—Vamos, seguro esto es mejor que pasar la tarde alimentando a las vacas de Speedwagon

Jonathan soltó una risita, alzó las cejas y aseguró:

—No, eso tampoco es verdad

Dio resopló, dibujando una media sonrisa en su rostro, y también se recargó en la cerca, diciendo:

—No sé a quién quiero engañar, claro que no es divertido. Pero creo que logramos meterles ideas en la cabeza a varios políticos, que era el objetivo de esto

—En serio me parece admirable que uses todas tus influencias para ayudar al pueblo— admitió Jonathan, para luego empujarlo con el hombro y añadir —Y yo que creí que solo te preocupabas por ti

—Ay, yo pensaba que me conocías

—Porque te conozco es que creí eso

Dio puso los ojos en blanco. El profesor debía ser honesto, el rubio no se estaba portando como un idiota ese día.

—¿Entonces ya no estás enojado conmigo o qué?— preguntó Dio

—Pues considerando que fui yo el que se metió a tu casa a insultarte, no sería correcto seguir enojado— observó Jonathan

Amor EternoWhere stories live. Discover now